Por segundo día consecutivo Michoacán vivió una ola de protestas y manifestaciones en contra del gobernador Alfredo Ramírez Bedolla y para exigir justicia por la muerte del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, asesinado el sábado pasado por sicarios del narcotráfico. Las calles de la capital, Morelia, y de la ciudad de Uruapan, se llenaron de manifestantes, en su mayoría jóvenes universitarios, que dejaron las aulas para repudiar la violencia criminal en su estado e invocar a gritos, afuera del Palacio de Gobierno estatal –donde se apertrechó el gobernador– que se convoque a una consulta para preguntar a los michoacanos si quieren revocarle el mandato a Ramírez Bedolla.
Mientras el gobernador culpaba a partidos políticos de oposición y al alcalde panista de Morelia, Alfonso Martínez, de estar detrás de las protestas en su contra, que comenzaron desde el pasado domingo, los jóvenes de varias universidades en el estado, públicas y privadas, ondeaban banderas mexicanas y carteles con consignas como “nuestra generación piensa diferente”, “muera el mal gobierno”, “basta de violencia, queremos paz y seguridad”, mientras en un sonido improvisado a bordo de un vochito sonaban canciones de Molotov: “Piensan que somos huevones, no lo somos, ¡Viva México cabrones!”.
A las protestas estudiantiles, en las que se escucharon gritos de “Revocación, Revocación”, el gobernador Bedolla respondió con el envío de la Guardia Civil que se enfrentó a los jóvenes con escudos y toletes, obligándoles a replegarse en las afueras del Palacio de Gobierno. Los guardias estatales atraparon y golpearon a varios jóvenes, ante la mirada de los celulares de la llamada “Generación Z” que transmitían en vivo los actos represivos que incluían el lanzamiento de balas de goma y gases lacrimógenos en contra de los estudiantes michoacanos.
Tras las declaraciones de la presidenta Claudia Sheinbaum, que calificó de “carroñeros” a los medios y a los mexicanos que cuestionan y critican la violencia asesina que segó la vida del alcalde uruapense, en las manifestaciones de ayer en Uruapan se escuchaban gritos de rechazo a las descalificaciones presidenciales y de apoyo al alcalde asesinado y a su lucha en contra del narcotráfico y la colusión de las autoridades michoacanas: “Fuera Claudia, Fuera Claudia”, coreaban ayer al mediodía miles de personas congregadas en la misma plaza donde quedó inerte el cuerpo de Carlos Manzo la noche del sábado 1 de noviembre.
Y en medio de la tensión social y política que vive Michoacán, anoche se reportó la desaparición de Alejandro Correa, exalcalde del municipio de Zinapécuaro, quien la noche del sábado, desde la plaza principal de Uruapan, donde momentos antes habían asesinado al alcalde, realizó una transmisión en redes sociales en la que cuestionó fuertemente a la presidenta Sheinbaum y al gobernador Ramírez Bedolla por no haber apoyado las denuncias de Manzo.
“Ya todo el mundo sabe quiénes son los asesinos y ¿qué ha pasado? Van a salir los pinches políticos de siempre a decir ‘vamos a investigar’, ‘vamos a llegar hasta las últimas consecuencias y tope donde tope’, si ya saben quienes son y se hacen pendejos. ¿Qué va a decir Claudia Sheinbaum, ya tenga los ovarios, ya no se haga, Carlos Manzo le pidió apoyo a usted, a Harfuch y al gobernador Bedolla, y se hicieron pendejos. Ahora sí vengan ahora sí van a salir el montón de pinches políticos a tomarse fotos, a acompañarlo en el velorio, deberían de tener vergüenza, no lo apoyaron, dejaron solo al pueblo de Uruapan”, dijo en su transmisión en vivo Alejandro Correa, quien ahora está reportado como desaparecido.
El asesinato de Carlos Manzo no sólo tiene ardiendo a Michoacán. Ayer en la Cámara de Diputados, durante la sesión de la Comisión de Presupuesto que discutía la aprobación del PEF 2026, surgieron reclamos y acusaciones entre los diputados de Morena y del PAN por la violencia en Michoacán. “Lamento mucho que no haya responsabilidad de Estado, seriedad de Estado, dignidad de Estado para enfrentar no sólo al crimen organizado, sino a un pueblo dolido, como es el de Uruapan, como es el de Michoacán, llevan más de siete alcaldes asesinados”, acusó la diputada panista Margarita Zavala.
En respuesta, la morenista Vianey García se dirigió a Zavala y a los panistas: “Hay que ser muy cínicos y muy caradura para venir aquí y señalar la violencia en la que ustedes nos hundieron. Estamos recomponiendo este país y lo vamos a seguir haciendo aun a pesar de todo lo que nos quieran venir y poner en contra, porque estamos del lado correcto de la historia”, dijo la legisladora oficialista, quien le reprochó a Zavala por la guerra contra el narco iniciada por el presidente Felipe Calderón, a lo que la panista le respondió que “la guerra contra el narcotráfico inició en Michoacán porque el entonces gobernador, Lázaro Cárdenas Batel, quien hoy está sentado al lado de la Presidenta Claudia Sheinbaum, pidió la ayuda”.
Así que, entre culpas al pasado por la violencia del presente, estudiantes sublevados en Michoacán y gritos de revocación contra el gobernador Bedolla y de rechazo a la presidenta Sheinbaum, que tacha de “carroñeros” a quienes cuestionan la ineficacia del gobierno en materia de seguridad, Michoacán se ha convertido en la nueva crisis para Morena y para la doctora que ayer salió enojada, descompuesta e irritada en su mañanera, pero su coraje no es contra los narcos que con su violencia están poniendo de cabeza al país y asesinando a los mexicanos, la doctora está enojada con los medios y con lo que ella llama la “derecha” y ve conspiraciones políticas en donde sólo hay indignación, rabia y hartazgo de los mexicanos por la violencia narca que sigue desbordada en su gobierno.
NOTAS INDISCRETAS… Por cierto que cuando se trata de culpar al pasado por la grave problemática de inseguridad y violencia que hoy padecemos, la presidenta Claudia Sheinbaum parece tener una memoria muy selectiva. Porque en su defensa y tratando de justificar su estrategia de seguridad que avanza a cuentagotas mientras el país se desangra, la mandataria volvió a copiar los estilos de su mentor político al culpar a los expresidentes del pasado, Felipe Calderón y Peña Nieto, por la tragedia que vivimos hoy los mexicanos. Curiosamente cuando habla de pasado, la doctora parece olvidar que el sexenio de 2018 a 2024 también ya es pasado y que fue en el gobierno de López Obrador donde se produjo la mayor violencia de la historia reciente del país con más 202 mil homicidios violentos de acuerdo con el Inegi; comparados con los sexenios de Calderón, donde hubo 152 mil asesinatos violentos, y el de Peña donde se registraron 137 mil 289 homicidios. Es decir, que el amado líder de la presidenta encabezó el sexenio más violento de la historia reciente y tuvo 83% más asesinatos que Calderón y 37% más que Peña Nieto, y durante sus seis años de gobierno mataron diariamente, de forma violenta, a 95 mexicanos. Pero parece que todos esos datos se le olvidaron a la presidenta, que solo se acuerda de lo que le conviene… Y como si no fuera suficiente con la crisis interna que representa Michoacán y su violencia desbordada, anoche el gobierno de México entró en otra crisis diplomática con Perú, al haberle dado asilo a la política peruana, Betssy Chávez, quien fuera la jefa del gabinete del depuesto presidente Pedro Castillo. La exprimera ministra Chávez está siendo procesada en el Perú por delitos graves como “conspiración contra el Estado” al haber participado en el intento de golpe de Estado al Congreso peruano que intentó desaparecer el expresidente Castillo. Y a sabiendas de ese proceso el gobierno mexicano le dio asilo en su embajada en Lima a Betssy, lo que llevó ayer al canciller del país andino, Hugo de Zela, a declarar la ruptura de relaciones con México al acusar al gobierno de Claudia Sheinbaum de incurrir en un “acto inamistoso” al intentar proteger a una procesada por la justicia peruana. Anoche la policía de Perú rodeaba la embajada mexicana para evitar que Betssy Chávez sea sacada de ahí y trasladada a México, en una escena que amenazaba con repetir lo sucedido en Quito, Ecuador, el 6 de enero de 2024, cuando el gobierno de López Obrador le dio asilo en la embajada mexicana al exvicepresidente ecuatoriano, Jorge Glas, acusado de delitos de corrupción por su país. Aquella decisión de López Obrador de proteger a un acusado como Glas terminó con la irrupción violenta de la policía ecuatoriana que entró a la sede diplomática de México a sacar por la fuerza al exvicepresidente, lo que provocó la ruptura de relaciones mexicanas con Ecuador, que se mantiene hasta la fecha. ¿Cómo terminará ahora esta nueva crisis diplomática con el Perú? No hay duda de que la presidenta sigue fielmente los pasos de su antecesor… Los dados repiten Serpiente. El país está harto de la violencia narca y de la pasividad del gobierno.
















