Si alguna vez dejaron por mucho tiempo de correr o de entrenarse y después de muchas vueltas y pretextos se decidieron un buen día volver a hacerlo, seguro sintieron que, aunque cuesta tiempo y trabajo volver al nivel y a la condición física que un día tuvieron, poco a poco su cuerpo va recordando y recuperando su fuerza y condición. Nadie que en algún periodo de su vida se haya ejercitado, corrido o practicado algún deporte volverá a empezar totalmente de cero si algún día lo retoma después de un tiempo de haberse vuelto sedentario.
Y es que el cuerpo tiene memoria y reconoce rápidamente cualquier acción o actividad que le sea benéfica y que le ayude a trabajar mejor en sus funciones vitales. Los músculos que algún día tuvieron actividad intensa o regular, se pueden volver a acondicionar y a recobrar la fuerza que hubieran perdido por la falta de actividad física. Esa capacidad que tiene nuestro cuerpo es parte de lo que nos vuelve una especie sobreviviente y fuerte, capaz de adaptarse a situaciones y circunstancias difíciles que pongan, incluso, en peligro nuestra supervivencia.
Si a esa memoria funcional de nuestro cuerpo se le suma una mentalidad positiva y una buena actitud para enfrentar la adversidad, el resultado suele ser un ser humano capaz de resistir, adaptarse y superar toda clase de obstáculos y vivir una vida saludable. Pero cuidado, tampoco debemos confundir fortaleza física y mentalidad optimista, con la soberbia de creer que somos imbatibles e indestructibles. Por ejemplo, en esta pandemia de COVID que vivimos desde hace un año y ocho meses, muchas personas que llevan un estilo de vida saludable, corredores, atletas, deportistas, caen en el error de creer que ellos no serán sujetos de contagio de un virus que está matando a millones de personas en el mundo.
Es verdad que las personas con mejor salud y con un estilo de vida saludable pueden ser más resistentes a la gravedad del COVID, pero tampoco están exentas de enfermar y, como cualquier otra persona, ha habido casos de hospitalización y, a veces, hasta de muerte, en pacientes que no tenían ningún tipo de comorbilidad y que, aun vacunados, se consideraban saludables y fuertes, pero sucumbieron ante el virus.
Tal vez esa sea otra de las grandes enseñanzas que, en medio de tanto dolor, caos y alteraciones de la vida, nos dejará este virus, que a pesar de los grandes avances de la ciencia, las vacunas y la fortaleza física, seguimos siendo vulnerables, incluso a organismos microscópicos, por ello no debemos bajar la guardia, seguir con el uso de cubrebocas y no caigamos en el error ni en la soberbia de que creer que porque estamos vacunados y llevamos una vida saludable estamos exentos de enfermar y hasta de morir.
Protocolos en las majors
Muchas carreras y los maratones majors -Chicago, Berlín, Boston, Londres, Tokio y Nueva York- regresarán a su modalidad presencial este otoño.
Chicago ya anunció que los corredores inscritos deberán presentar certificado de vacunación completa y una prueba PCR negativa realizada durante las 72 horas previas a la carrera; de no ser así, no podrán recoger sus números ni participar en la carrera.
Si en un país como Estados Unidos, en donde casi 70 por ciento de la población ya está vacunada, las maratones toman medidas rigurosas ante variante Delta del COVID-19 es porque están preocupados y no quieren ser los causantes de contagios masivos en su evento.
Sin embargo, aplicar en México un protocolo sanitario para un evento como un maratón es aún riesgoso, si tomamos en cuenta que en nuestro país sólo 30 de la población ha recibido el esquema completo de vacunación y exigir una prueba de PCR a todos los participantes, que sería lo ideal, implicaría un costo adicional a la inscripción.
¿Podemos esperar en México un regreso seguro a las carreras presenciales? Siendo realistas, al menos en este otoño y en lo que resta del año, lo vemos muy difícil.
POR ROSSANA AYALA
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