Sin duda, las carreras en el mundo han evolucionado en las últimas décadas. De ser un deporte que todavía hace 50 años no permitía a las mujeres participar en eventos como el Maratón de Boston, hoy no sólo respetan conceptos como la igualdad y la equidad entre géneros, sino que además se vuelven inclusivos al crear una nueva categoría para corredores que se definen como personas no binarias, es decir que no se identifican con ni con el género masculino, ni con el femenino.
Tanto el Maratón de Boston como el de Londres anunciaron la semana pasada que la convocatoria para el próximo 2023, incluye, por primera vez, una tercera categoría que se suma a la varonil y la femenil: la de los atletas no binarios, solo para amateurs. El major estadounidense, por su parte, pone como requisitos para la inscripción que los corredores no binarios “tienen que haberse clasificado completando un maratón como participante no binario”, con los tiempos que se piden para la rama femenil, hasta establecer tiempos de clasificación no binarios.
Aunque en la convocatoria se explica el cambio y la organización admite que aún está aprendiendo, hay quienes no están de acuerdo con dicha apertura, pues no hay manera de evitar que un corredor “varonil” mienta y diga que es no binario para clasificar. Aunque hay que reconocer que esta apertura es un importante paso para hacer de los maratones eventos verdaderamente inclusivos en el futuro.
Un artículo publicado en mayo pasado por The New York Times, compara la escasa participación de los no binarios en la actualidad con la del maratón femenino de hace medio siglo. “En 1970, se conocían unas 20 mujeres maratonistas en el mundo y, en 1972, la Asociación Atlética de Boston, que organiza la maratón de esa ciudad, consideraba que registrar los tiempos de las mujeres era “un experimento”. Ese mismo año, sólo seis mujeres corrieron en la Maratón de Nueva York como sus primeras corredoras oficiales en la categoría femenina. En noviembre de 2021, el primer campo no binario de la carrera incluyó a 16 corredores”.
Así es en los tiempos de la diversidad sexual, cuando los géneros y las identidades sexuales se intercambian o se eligen como un tema de libertad, derechos y definición individual, las carreras ya sea profesionales o amateurs no pueden quedarse atrás y tienen que evolucionar para reconocer y aceptar que la pasión por correr es algo que no puede ser limitado, encasillado ni definido por una etiqueta de género y que, más allá de las reglas claras, normas bien definidas en cuanto a las capacidades físicas, todo lo demás cabe perfectamente en unos tenis y una pista.
POR ROSSANA AYALA
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