La velocidad de la tecnología y las redes hicieron a la sociedad movilizarse casi de inmediato en la emergencia del 19 de septiembre; pero ésta vez el gobierno federal, aunque superado por momentos por el empuje y la iniciativa social, no estuvo ausente en los momentos inmediatos de la tragedia. Con fallas de comunicación y desorden inicial, la estructura gubernamental asumió el control paulatino de las labores de rescate y remoción de escombros, concentró la información sobre muertes y daños, y lo más importante, ayudó a encauzar la enorme energía social volcada a las calles, en su mayoría de jóvenes, a los puntos de necesidad en los estados afectados.
A diferencia de Miguel de la Madrid, cuya inacción hace 32 años le valió el rechazo y rebasamiento de la entonces naciente sociedad civil, hoy Peña Nieto reaccionó ante la dimensión de la tragedia. Sin estar exento de muestras iniciales de indignación, su gabinete, apoyado en los planes de emergencia y equipos especializados de la Defensa y Marina, se movilizó rápido a las zonas de desastre, incluso de forma más efectiva el 19 de septiembre en la capital y centro del país, que con las primeras acciones que tuvo el 7 de septiembre en Oaxaca y Chiapas, donde hubo reclamos por la lentitud de la ayuda federal.
En los gobiernos estatales la reacción varió. Más organizado y con mejor infraestructura, el gobierno de la Ciudad de México activó de inmediato planes de emergencia y concentró, en el moderno C5 toda la operación, información y acciones ante la devastación. A Miguel Angel Mancera le cuestionaron en un principio que no apareciera en medios con mensajes de aliento a una ciudad herida, pero nunca lo acusaron de ausencia porque siempre estuvo al frente de la emergencia.
No es el caso de otros gobernadores. Una soberbia decisión llevó a Graco Ramírez a dar un protagonismo dañino a su esposa, Elena Cepeda, quien centralizó y a acaparó toda la ayuda del país o el extranjero para la destruida Jojutla o los apartados municipios de Tetela, Ocuitulco, Tepalcingo, Yautepec o Totolapan, entre otros. La señora Cepeda obligaba a descargar todos los cargamentos en bodegas del DIF Morelos, atiborradas de víveres y apoyos, mientras a los municipios la ayuda no llegaba. Las redes y medios denunciaron un desvío con fines proselitistas, cuando la señora ordenaba rotular cualquier apoyo con el logo “DIF Morelos”, apropiándose de ayuda enviada por otros gobiernos y sociedad civil.
En tragedias como ésta, la línea entre oportunidad y oportunismo es delgada. Por ejemplo, mientras se reconoce que Peña Nieto actuó con oportunidad, a algunos de sus secretarios, Aurelio Nuño por ejemplo, se les acusa de “oportunismo” al pretender lucirse en la tragedia con horas en televisión, en burdo intento de posicionar sus aspiraciones. Oportunismo también, y descarado, de los partidos políticos, todos, que hicieron de la exigencia ciudadana de regresar el millonario financiamiento público, un complicado y burocrático acto de supuesta “generosidad”, cuando es dinero que ellos no generaron, ni les pertenece.
Al final, todo desastre es oportunidad de demostrar fortaleza. La sociedad mexicana ya demostró con acciones, no palabrerías ni discursos, que está unida y fuerte para sobreponerse a la tragedia. Falta ver si el gobierno y los políticos están a la altura de una destrucción cuya magnitud apenas aflora y, sobre todo, de la necesaria y cabal reconstrucción que tendrá que seguir al desastre.
NOTAS INDISCRETAS…Hablando de oportunidad, los que están a punto de perderla y feo, son los consejeros del INE. Aunque Lorenzo Córdova empujó el esquema para que los partidos devolvieran parte de sus prerrogativas, hoy el presidente y demás consejeros lucen pasmados ante la rebatinga de los partidos y no reaccionan ¿Qué esperan los consejeros electorales para regresar ellos una parte importante de su gasto operativo o para renunciar a sus jugosas compensaciones, a sus lujosas camionetas, a sus costosos seguros de gastos médicos o hasta sus onerosos gastos de representación? ¿Tienen el valor o les vale?…Y si nos referimos a “oportunistas”, uno cínico como pocos se llama Fausto Galván y es un oscuro personaje que se presenta como “amigo personal de Miguel Angel Mancera” y presume relaciones “cercanas con altos funcionarios del gobierno capitalino”, todo para defraudar y extorsionar a incautos. Ofrece reuniones con funcionarios “con o sin mujeres” y como buen “encantador de serpientes” se le metió a Salomón Chertorivsky a quien le asegura que será el próximo jefe de gobierno. Antes del sismo Fausto Galván ya había sido detectado en el Palacio del Ayuntamiento donde niegan que Mancera siquiera lo conozca. Y ahora, tras la tragedia, se ha sabido que hasta pide “ayuda y apoyos financieros” a nombre de sus supuestos amigos funcionarios “para la reconstrucción”. Si se topa a este estafador denúncielo y sáquele la vuelta…Los dados mandan Serpiente. Mal tiro.