El final de sexenio de Andrés Manuel López Obrador está resultando ser uno de los más agitados y turbulentos de que se tenga memoria en el presidencialismo mexicano.
Si bien los mexicanos de las últimas décadas nos acostumbramos a los finales de sexenio cardiacos, en los que la devaluación del peso y la inflación disparada anunciaban una inminente crisis económica, ahora en el último mes de la administración lopezobradorista, las amenazas de tormenta no es sólo económica o financiera, sino también se ven nubarrones en la relación con Estados Unidos y Canadá, con la amenaza de revisión y cancelación del TMEC, y se ve venir una crisis en el sistema de justicia que podría perder en profesionalismo, eficiencia, pero sobre todo en autonomía e independencia del Poder Judicial, y un entorno social difícil si hay pérdida de inversiones y empleos en el arranque del próximo gobierno de la doctora Claudia Sheinbaum.
Ayer, justo en el momento en que comenzaba la sesión maratónica en la que la mayoría de Morena y aliados en la Cámara de Diputados se disponía a aprobar la reforma Constitucional al Poder Judicial, los 11 ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación votaban por mayoría de 8 contra 3 declarar un histórico “paro de labores” del máximo tribunal constitucional de los mexicanos desde que se instituyó esta República mexicana, hace poco más de 200 años.
Es muy probable que cuando usted lea esta columna, la aplanadora mayoritaria de Morena y sus aliados ya hayan aprobado “en lo general” el dictamen de Reforma al Poder Judicial de la Federación que modifica 16 artículos constitucionales y que termina con el modelo de una Suprema Corte y un Poder Judicial Independiente y Autónomo, para dar paso a un incierto y complicado modelo de jueces, magistrados y ministros electos por el voto popular y no por exámenes de oposición y capacidad y experiencia para el cargo.
De ser así, lo que seguiría en el proceso legislativo es buscar la aprobación del Senado y de 17 de los 32 Congresos Locales para que las reformas constitucionales quedaran aprobadas y entraran en vigor. Y lo que seguiría sería lo más penoso y complicado que sería la elección y sustitución de jueces, magistrados y ministros, lo que llevaría mas o menos un año y se estaría implementando a finales de septiembre del 2025.
Lo más delicado es lo que vendrá en ese año que transcurre entre la aprobación de la Reforma y su implementación en los hechos. Porque ahí es cuando podrían venir la cancelación de inversiones programadas para México, la huida de capitales golondrinos por la desconfianza e incertidumbre que traería la Reforma Judicial, con la caída de las inversiones y lo que podría pasar con las exportaciones mexicanas si el TMEC es puesto en pausa o sometido a revisión por EU o Canadá si se aprueba la Reforma Judicial que tanto les preocupa.
Lo demás vendría por añadidura: pérdida de empleos, caída económica y devaluación sistemática del peso, todo con el atenuante de la forma en que el gobierno de Claudia Sheinbaum enfrenta una tormenta financiera y social en el país.
Al final, la forma en la que está actuando Andrés Manuel López Obrador en los últimos días de su gobierno rompe con todos los cánones y recomendaciones del viejo presidencialismo mexicano, que dictaba cuidar, como ninguno el sexto año, porque de ello dependía tener un “buen séptimo año”. Pues hasta ahora AMLO está teniendo un muy mal sexto año, lo que le augura un pésimo Séptimo año.
Es tan extraña e ilógica la forma de comportarse del Presidente que alienta las especulaciones y los rumores en la Vox Populi sobre si López Obrador no está alentando el caos y alimentando el infierno, en su final de sexenio, para dejarle el país en llamas a su sucesora, quién tendrá que demostrar si su lealtad ciega es tan grande como su capacidad de apagar los fuegos e incendios que le dejará su sucesor.
Y febril y malpensada como es la “Vox Populi, Vox Dei”, no falta quien diga: ¿Y si AMLO quiere dejar el país en llamas, al grito de “después de mí, la nada”, para que en unos meses su movimiento, que hoy tiene mayoría política y electoral, le pida volver al poder por aclamación?
A estas alturas ya nada podría sorprendernos del delirante y enloquecido Presidente saliente.
Giran los dados. Escalera Doble y subida para los amables lectores.