En torno a la presidenta Claudia Sheinbaum se ha formado un primer círculo de confianza en el que no necesariamente entran todos sus colaboradores, si bien a la mayoría de ellos la presidenta los conoce y los invitó a formar parte de su equipo, aunque también hay los que le fueron heredados por el expresidente López Obrador.
Pero cuando se trata de hablar de los personajes a los que la mandataria les tiene confianza total y los consulta en la toma de decisiones importantes de su gobierno, hay cuatro de los integrantes de su equipo que, nos dicen, hoy forman un núcleo muy compacto que tiene acceso a ella y que gozan de su confianza y credibilidad.
El primer lugar en esa lista, nos dicen fuentes cercanas a la Presidencia, lo ocupan un hombre y una mujer que tienen un nivel de cercanía muy similar con la presidenta. Luz Elena González Escobar, secretaria de Energía, es la integrante del gabinete en la que más confía la doctora Sheinbaum. Tabasqueña de nacimiento, con formación académica sólida, la actual secretaria de Energía se formó como economista en la UNAM y desde ahí se relacionó con muchos de los militantes de la llamada “izquierda intelectual”.
Cuando López Obrador llega a Jefe de Gobierno nombró a Luz Elena directora de la extinta Ruta 100 y después la nombró subsecretaria del Medio Ambiente, cuando la secretaria era Claudia Sheinbaum, desde ahí trabaron una buena relación como colaboradoras y amigas que se volvió tan cercana que cuando llegó a la jefatura de Gobierno de la CDMX, Sheinbaum la invitó como su secretaria de Finanzas, cargo que ocupó los seis años de gobierno. Su nombramiento como titular de Energía la puso en el radar por la importancia que tiene el sector energético para la doctora, aunque Luz Elena si bien mujer inteligente y preparada, evita la mayor parte del tiempo los reflectores políticos y mediáticos.
En el mismo nivel de confianza que Luz Elena se encuentra el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch. El encargado de la estrategia de seguridad y pacificación de este gobierno se ganó la confianza de la doctora desde que fue su secretario de Seguridad Ciudadana en el gobierno capitalino. Curiosamente antes de su llegada a la ciudad, en 2019, ni la presidenta ni el secretario se conocían y fue una recomendación del exconsejero Jurídico de la Presidencia, Julio Scherer Ibarra, la que llevó a García Harfuch a reunirse con la entonces Jefa capitalina que ya buscaba a un nuevo encargado de la seguridad tras los problemas que enfrentó al inicio de su mandato.
Desde entonces la relación de trabajo y confianza creció tanto entre la doctora y el policía de carrera que es Harfuch, que junto con su aspiración a la Presidencia, ella impulsó con todo a su colaborador para que fuera candidato a Jefe de Gobierno por Morena, algo con lo que ni López Obrador ni los grupos más duros del morenismo estuvieron de acuerdo y se dedicaron a sabotear la campaña de Omar que aventajaba en todas las encuestas, pero al final fue obligado a disciplinarse cuando el partido optó por nombrar candidata por un tema de género.
Hoy el secretario de Seguridad juega un papel clave en este gobierno, como encargado de la estrategia federal para disminuir la violencia y reducir los delitos de alto impacto, al mismo tiempo que se ha convertido en uno de los principales interlocutores con el gobierno de Donald Trump, en donde también le tienen confianza para operar la estrategia conjunta de combate a los Cárteles de la droga y el fentanilo.
Después de Luz Elena y Omar, nos dicen las fuentes presidenciales, hay otro hombre y otra mujer que también están en el primer círculo de la confianza de la presidenta. Ella es la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, quien ha ganado terreno y cercanía en su relación con la doctora. A pesar de que Rosa Icela es también muy cercana al expresidente López Obrador, a quien cubrió como periodista en casi toda su trayectoria y candidaturas, su llegada al gabinete de Sheinbaum fue una decisión de la entonces presidenta electa que le pidió a Rodríguez que la acompañara en su gobierno, algo que también le consultó al expresidente.
Y aunque Rosa Icela esperaba ser nombrada secretaria de Desarrollo Social o un cargo más social que político, la decisión de Sheinbaum de nombrarla titular de la Segob tuvo que ver con que ya antes Rosa Icela había ocupado esa posición en el gobierno de la Ciudad de México, en donde se ganó también la confianza de la entonces Jefa de Gobierno, y ahora en Gobernación esa confianza ha aumentado y hoy la secretaria Rodríguez es de las más cercanas en el ánimo y la cercanía con la mandataria.
El otro hombre de confianza de la presidenta es José Antonio Peña Merino, actual titular de la Agencia de Transformación Digital. En 2018 la entonces Jefa de Gobierno conoció e invitó a Merino a formar parte de su equipo en la CDMX con la idea de que ayudara a digitalizar la administración pública capitalina y redujera los márgenes de corrupción en trámites y permisos mediante la digitalización.
La manera en que Merino organizó los trámites digitales y modernizó los sistemas de la ciudad, hicieron que la doctora lo llamara a repetir ese mismo modelo a nivel nacional con la citada Agencia de Transformación Digital, pero es tal la confianza que hoy le tiene la presidenta a este académico egresado del CIDE y experto en el tema de los datos y la digitalización, que hoy esa agencia ha sumado a sus funciones el manejo de las concesiones de radio y televisión, además de otras facultades que le otorgó la reforma de telecomunicaciones aprobada en mayo pasado y que transfirió muchas de las funciones y facultades del extinto Ifetel a la dependencia que hoy dirige José Merino.
Así que hoy, como signo de los nuevos tiempos que se viven en el gobierno mexicano, con la primera mujer presidenta, ya no se habla solo de “los hombres de la presidenta”, como solía ocurrir en la historia de los presidentes mexicanos. Hoy en el primer círculo de la confianza de la mandataria nacional hay lo mismo hombres que mujeres, algunos con perfiles más jóvenes e innovadores, otros con mayor experiencia y trayectoria, pero al final eso son, nos dicen, los cuatro colaboradores en los que más confía la doctora.
NOTAS INDISCRETAS… Primer sacerdote secuestrado y asesinado en el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum. El padre Bertoldo Pantaleón Estrada, de la Parroquia de San Cristobal en Mezcala, Guerrero, apareció ayer muerto en el municipio de Eduardo Neri, luego de que había sido reportado como “desaparecido” el lunes por la Diócesis de Chilpancingo-Chilapa. Ayer la Fiscalía de Guerrero abrió una carpeta de investigación por el delito de homicidio calificado en contra del religioso católico, quien se había convertido en el defensor e interlocutor de su comunidad, ubicada al norte de Chilpancingo, con el crimen organizado. Su muerte ocurre una semana después de que se reportaran bloqueos, disturbios y asesinatos de transportistas en Chilpancingo y sus zonas aledañas, por parte de grupos del crimen organizado que tomaron varias zonas de la capital con su violencia. El padre Bertoldo es el primer sacerdote católico asesinado en la actual administración, reflejando una violencia que desde hace ya varios años afecta a la iglesia católica, cuyos sacerdotes han terminado en muchos casos involucrados en la dinámica de violencia que vive el país al asumir funciones que corresponden a las autoridades, como el cuidar a sus comunidades, hablar o negociar incluso con los sicarios y capos de la droga en busca de paz para sus feligreses, y en algunos casos han terminado siendo víctimas de la misma violencia que condenan y combaten, cuando son vistos como una amenaza que desafía la impunidad y el poder armado de los narcotraficantes. En el sexenio de López Obrador fueron asesinados 10 sacerdotes, cifra que si bien mereció condenas y exigencias de justicia –por ejemplo de la Comunidad Jesuita en México, cuando les asesinaron a dos de sus sacerdotes en la Sierra Tarahumara— en realidad fue más baja que la que tuvo el sexenio del priista Enrique Peña Nieto, con 19 sacerdotes asesinados, y la de Felipe Calderón con un total de 17 padres asesinados. Veremos cómo responden el gobierno federal y el de Guerrero ante este primer asesinato de un sacerdote en el actual sexenio… Por aquello del “no te entumas” la UNAM salió ayer a aclarar que el camión militar que ingresó a los territorios de Ciudad Universitaria, ayer lunes por la mañana, en realidad no tenía intenciones de atravesar el campus universitario al que se metió por “una equivocación del conductor”. Y para que no quedaran dudas ni suspicacias, hoy que la Universidad Nacional está tan agitada por paros y exigencias de seguridad y justicia para sus estudiantes, la misma Rectoría en una tarjeta informativa reportó que el automóvil militar entró al circuito vial de CU a las 9:07 y salió del mismo a las 9:13 por la avenida Delfín Madrigal. La aclaración vale por la situación tensa que vive la comunidad universitaria tras el asesinato de un estudiante del CCH Sur que ha llevado a paro a varias escuelas y facultades. Y la paradoja es que mientras ayer la Rectoría concluía exitosamente el diálogo con los padres de familia y alumnos del CCH Sur, acordando mejoras a la seguridad, la iluminación y el transporte para los alumnos de ese plantel que también recibirán atención sicológica para detectar casos de depresión, violencia de cualquier tipo o bullying, ayer se veía la imagen de ese camión de verde olivo que rápidamente salieron a aclarar desde la Rectoría. Y es que hay que recordar que cualquier incursión del Ejército mexicano o incluso de la policía no es bien vista ni recibida en la UNAM desde aquel 18 de septiembre de 1968 cuando el presidente Gustavo Díaz Ordaz, le ordenó al entonces secretario de la Defensa, general Marcelino García Barragán, que ocupara con sus tropas la Ciudad Universitaria, ante el crecimiento del movimiento estudiantil que surgió aquel año en la Universidad Nacional. Así que “más vale aclarar que dejar pasar”, dijeron en la agitada UNAM… Los dados mandaron Capicúa. Se repite el tiro.