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viernes, diciembre 27, 2024

Más allá del límite

El Maratón lo hicimos todos. Corredores con capacidades diferentes, de mucho corazón. Los élite: hombres y mujeres gacela, y los que corremos por gusto

¿Dónde está el límite? No lo sé aún, pero lo que sí sabemos los más de 40 mil corredores que participamos en el maratón del domingo, sobre todo los que logramos cruzar la meta, es que en el kilómetro 42 no está ese límite. Porque en los últimos metros, en la parte final del recorrido, cuando pasas por el túnel del estadio de CU, el coro ensordecedor de la gente que te grita el ¡sí se pudo!, te recuerda que, por dura que sea la prueba y por mucho que sea en ese momento el cansancio, todo el esfuerzo valió la pena.

Es en ese momento, cuando el corazón y la mente que te impulsan traen a tu memoria todas las imágenes y los momentos vividos durante los 42.2 kilómetros, desde que saliste entusiasmado y cargado de energía en el arranque, hasta los primeros 15k, en donde sientes que ya tomaste tu paso y vas disfrutando el recorrido, y luego a partir de los 35k cuando comienza a llegar el agotamiento y sientes que las piernas ya no te responden y crees que no vas a poder llegar hasta la meta. Es cuando los kilómetros se hacen aún más largos, pero la gente te anima y te recuerda que ya falta poco. En ese instante sólo queremos seguir avanzando. Pero cuando cruzamos el túnel comienza el trote triunfal, la duda que todavía albergamos sobre si podemos terminar o no la carrera, desaparece, se esfuma. Por más mal o bien que vengas, está claro que si entraste al estadio, terminarás la carrera sea como fuera.

Este 35 Maratón CDMX lo hicimos todos. Los corredores con capacidades diferentes pero de mucho corazón. El invidente que corrió de la mano con su guía en una sincronía perfecta, el que empujó con sus brazos a su cuerpo y a su alma a velocidades inimaginables para una silla de ruedas, los que corrieron con prótesis.

Los de la llamada élite: los hombres y mujeres gacela, que con zancadas perfectas avanzaron erguidos, veloces y con gracia. Los etíopes, los kenianos, pero también está vez un peruano y un mexicano, Juan Luis Barrios, que pelearon codo a codo con los africanos. Y entre las mujeres, una peruana excepcional, Gladys Tejeda, que desde el kilómetro 22 se despegó del resto y ya no hubo poder humano, ni siquiera las potentes kenianas ni etíopes pudieron arrebatarle la gloria del primer lugar y un nuevo récord femenil del maratón capitalino establecido en 2 horas con 36 minutos.

Y los miles de corredores que corremos porque nos gusta y que todos lo días nos levantamos muy temprano porque después de cada entrenamiento tenemos escuela, trabajo y familia que atender. Los corredores normales que descubrimos zancada tras zancada que siempre se puede dar algo más, porque correr es como la alegoría de nuestra vida: nos enseña a conocer nuestros límites y a llevarlos un poco más lejos. Felicidades a todos los corredores que se prepararon durante meses para la carrera y que lloraron y levantaron los brazos al cruzar la meta porque superaron sus límtes una vez más. Gracias a los que amamos y nos aman por apoyarnos desde el principio hasta el final.

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