Correr es un eterno volver a empezar, un mundo lleno de primeras veces y de aprendizajes nuevos: la primera vez que me da un calambre, la primera vez que me deshidrato, la primera vez que vomito, la primera vez que me lesiono, la primera vez que no me pasa nada; cuando corremos, como cuando vivimos, siempre se presenta algo diferente y de todo podemos aprender; si no fuera así, no correríamos.
El XXVI Maratón CDMX ya es historia, pero ahora la reflexión es inevitable y hasta necesaria: repasar la carrera, pensar en cuáles fueron los errores cometidos, por qué sufrimos más de la cuenta en algunos tramos, cuánto tiempo podríamos mejorar variando la estrategia de la carrera o seguir haciendo lo que nos resultó bien. Se trata de pensar cuál es el siguiente maratón o el próximo reto para poner en práctica lo aprendido en esta carrera o, de plano, decidir si éste ya fue el último maratón que correremos.
Después de 42 kilómetros a muchos corredores lo que más les duele no son los músculos, ni las rodillas, es el orgullo por el tiempo que les tomó cruzar la meta porque no lograron disminuir sus tiempos, aún cuando se lo propusieron; pero, a veces, aunque el objetivo sea realista, esté en nuestras posibilidades y lo hayamos intentado con todas nuestras fuerzas, no lo logramos. Tal vez por estar sobreentrenados, por dormir menos horas o porque somos un año más viejos, todo cuenta.
Acabar un maratón es algo muy grande, pero el placer de correr debe ser un fin en sí mismo. No tiene sentido castigarte por tardarte cinco o seis horas en cruzar la meta, cuando lo diste todo, o sentir que fracasaste si tu objetivo eran dos horas con 50 minutos, y tardaste tres horas. Lo importante es estar conscientes de la dificultad del reto y asumir la posibilidad de no lograrlo. Siéntete siempre orgulloso de tu esfuerzo.
Tal vez tengamos que aprender de quienes llegaron ilesos, cansados sí, pero sin lesiones, sin ampollas, sin rozaduras y sin uñas negras. Significa que además de su entrenamiento y de unos buenos tenis, su integridad física se mantuvo gracias a una excelente alimentación, basada en cinco comidas diarias, con vegetales, proteínas, carbohidratos; una hidratación y suplementos adecuados, que puede incluir vitaminas y en algunos casos el consumo aminoácidos, creatina o glutamina. Todo eso no sólo la semana previa al maratón, si no como parte de sus hábitos diarios. Pasamos meses preparándonos para una prueba que consiste en correr durante horas.
No ganamos el primero, ni el segundo, ni el tercer lugar y tal vez la mayoría de los casi 40 mil corredores no lo ganaremos nunca. Sufrimos lo indecible, quedamos para el arrastre y seguimos sin entender, sin explicarnos esta afición. Pero aunque no logremos todos nuestros objetivos deportivos, no hay duda de que en el esfuerzo algo aprendimos y nos servirá en el siguiente reto. Que nada nos quite el buen sabor de boca del día a día ni la inigualable emoción de cruzar una meta, aunque sea a rastras. Siempre podremos volver a intentarlo.