Hoy cumplimos una semana respirando aire de mala calidad y con niveles de Ozono por arriba de la norma que la Organización Mundial de la Salud considera apta para la salud humana, que es de 100 microgramos de partículas por metro cúbico. Aquí llevamos desde el lunes 15 de mayo por la tarde, respirando un aire que concentra entre 150 y 170 microgramos de partículas de ozono, y salvo el brevísimo respiro de ayer lunes, cuando bajamos por unas horas de ese nivel, estamos ante la emergencia ambiental más larga de las últimas décadas, con todo lo que eso significa para la salud de los habitantes de la ciudad y el Valle de México, especialmente los niños, a quienes más daña el ozono.
De nada sirve –salvo para el escarnio y el enojo públicos– que la secretaria del Medio Ambiente de la ciudad, Tanya Mûeller, nos diga que no estamos tan mal, que están peor en China y en Los Angeles, como si nosotros viviéramos en Beijing o respiraramos aire de Bell Air o de Pico Rivera; a los capitalinos, y al resto de habitantes de esta Megalopolis, nos importa y nos afecta que el aire que aquí se respira sí está contaminado y daña nuestra salud, sin importar comparativos o clasificaciones internacionales que no resuelven nuestro problema.
Tampoco ha ayudado mucho la intervención del gobierno federal, ordenada por Peña Nieto ante las contingencias de hace un año, en las que el presidente ofreció “mejorar la calidad del aire y disminuir emisiones de dióxido de carbono en el Valle de México”, cosa que no un año después no ha ocurrido. Las dependencias federales que encabezan la CaMe (Comisión Ambiental Metropolitana) como la Semarnat, tienen buenas intenciones y proyectos para obligar a industrias contaminantes, como la automotriz, a modificar por ley sus parámetros de emisiones tóxica; pero en la práctica se sigue privilegiando, a nivel federal y en la Ciudad de México, los intereses económicos de consorcios e industrias contaminantes, por encima de la crisis real de salud pública que la contaminación provoca en la región, que ni siquiera es reconocida por las autoridades de salud.
Otra gran falla de la CaMe ha sido el esquema de coordinación entre las seis entidades que forman la Megalópolis (Estado de México, Morelos, Puebla, Hidalgo, Tlaxcala y la CDMX) y que no ha logrado homologar la aplicación estricta de normas para que en las ciudades de esos estados operen, con el mismo rigor que en la capital, los programas de verificación vehicular y de control de emisiones tanto del automoviles como industriales.
Los expertos coinciden en que la contaminación, generada en su mayor parte por los vehículos automotores, no se resolverá mientras no haya un plan integral de movilidad en todo el Valle de México que favorezca el transporte público eficiente y de calidad, y que aumente los costos de los vehículos tanto de compra (a un precio real que incluya su impacto ambiental y daño a la salud) como de mantenimiento y estacionamiento cada vez más restringido.
En opinión de Ramón Ojeda Mestre, miembro de la Corte Internacional de Arbitraje Ambiental y padre del “Hoy No Circula”, el fracaso de autoridades federales y locales en el manejo de la contaminación atmosférica es evidente en el nulo efecto que están teniendo las pocas medidas implementadas hasta ahora, que se reflejan en contingencias cada vez más largas, como la que vivimos. Mestre propone, como una solución urgente al problema, que un grupo de expertos de la sociedad civil conforme un nuevo organismo no gubernamental que atienda el tema ambiental en el Valle de México y que tome decisiones drásticas, por impopulares que sean, y sin favorecer los intereses económicos, como hacen los gobiernos.
Sólo así, sacando al gobierno, opina el experto, se avanzaría en un tema urgente, como son las emisiones de ozono y de partículas finas que, aunque no se reconozca oficialmente, toma ya tintes de emergencia de salud para los habitantes que respiramos aire de mala calidad en más de 250 días de 365 que tiene el año. Así que ¿fuera el gobierno que no puede disminuir la contaminación y que vengan los expertos de la sociedad civil?
NOTAS INDISCRETAS…Al que se ha visto muy movido es a Ulises Ruíz, buscando apoyo de los priistas a su cruzada contra el PRI de Enrique Ochoa, cuya presidencia, impugnó ante la Comisión Nacional de Justicia Partidaria. Hace unas semanas estuvo en Chiapas a invitación de José Antonio Aguilar Bodegas y los dos políticos hablaron de integrar una alianza que beneficie a ambos: el chiapaneco al sacar al senador Roberto Albores Gleason (#lordprospera) de la carrera por la candidatura del PRI, y el oaxaqueño para operar cerca de su tierra de dónde, él mismo dice, fue echado por el priismo cupular de Murat y Ochoa. El juego de Ulises Ruíz contra Ochoa Reza no preocupa en Chiapas, pero sí a qué juega Aguilar Bodegas. Es la pregunta que se hacen en el priismo chiapaneco…Dados rodando. Tocó Escalera. Buen tiro.