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viernes, julio 26, 2024

Correr vs cáncer

Hugo N. corre todos lo días, no para. Corre porque le hace feliz, porque para él, devorar kilómetros es un ejercicio de fuerza de voluntad; una forma de superar las dificultades y asumir que las cosas no siempre salen como uno quiere. Pero sobre todo, Hugo corre porque correr le ha dado las agallas para no rendirse en su lucha contra el cáncer.

En 2014, se despertó una mañana con su mano en el pecho; inconscientemente, dormido, se oprimía donde su cuerpo sentía un dolor intenso. Al palpar sintió una pequeña bolita que le molestaba. Varios días después fue al médico. En el hospital de la empresa para la que trabajaba le hicieron exámenes: tomografías, radiografías y pruebas en sangre. Al final, el diagnóstico: tumor cancerígeno en el esternón.

Fue un golpe mortal. En ese momento sentí que ya estaba en el ataúd. Sus miedos se confirmaron cuando el doctor le dio el pronóstico: las posibilidades de operarlo y extraerlo eran sólo de 20 por ciento. Pero Hugo no se arredró: Pues yo le apuesto a ese 20 por ciento, le dijo, aunque el médico insistía en que era peligroso y que lo más prudente era someterse a quimioterapias.

Lo más difícil para Hugo, tras el diagnóstico, fue el momento de ver a su familia. Llegué a mi casa muy deprimido, mi esposa y mis hijos me preguntaban cómo estaba y yo les dije que no era nada importante. Su amor e instinto de protección lo hizo callar sobre su enfermedad: No les dije lo que tenía y aún no lo saben, no los quise y no los quiero preocupar, pienso que si les digo, me cuidarían tanto que no me dejarían hacer nada, ni correr. ¿Cómo vas a correr si tienes cáncer?, ¡mejor acuéstate! le diría su esposa o sus hijos y no querrían dejarlo solo por miedo a que se sintiera mal.

Con su silencio y el cáncer a cuestas, Hugo decidió luchar. Antes de saber que tenía cáncer ya era corredor habitual. Se ejercitaba diario desde que tuvo amenaza de infarto 17 años atrás. Y si correr lo sacó adelante, entonces, hacer lo que tanto le gustaba, incluso con más pasión y dedicación, iba a ayudarlo a vencer el cáncer.

Hoy sólo amigos cercanos saben de su condición. Se los conté a algunos porque hay que sacarlo. Después de tomar varias quimioterapias, el cáncer entró en remisión y quedó encapsulado.

No hay mañana en que a Hugo no se le vea en la pista de un conocido lugar de corredores a donde siempre llega sonriente, bromeando y dando los buenos días a quien se cruza en su camino. Si te ve triste o preocupado cuenta un chiste para que sonrías. Si corres con él, te acompaña, no se adelanta ni se atrasa, va a tu paso aunque él corra mejor.

Cuando te dicen que tienes cáncer aprecias más la vida, piensas de lo que te vas a perder y disfrutas más las cosas, dice este guerrero que no se rinde. Pocos saben que tiene cáncer, y a veces parece que hasta a él se le olvida. Cuando lo ves contento, trotando o corriendo, sabes que para él correr es una forma de celebrar la vida; pero sobre todo, correr, para Hugo, es un acto de amistad y de solidaridad.

 

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