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sábado, julio 27, 2024

De New York hasta Babel

Nueva York es Babel en este 4 de noviembre. Seis de la mañana, Costa Este, y el sol aún no sale; la oscuridad y un frío que cala entre la multitud de voces y lenguas; más de 50 mil almas se comunican sin hablar el mismo idioma. Unos inglés, otros francés, portugués o español; se oye el griego, el italiano, alemán, sonidos del chino y la formalidad del japonés. En el desorden lingüístico de la moderna Babel, de Manhattan hasta Staten Island, miles de corredores se mueven en autobuses; cada uno habla su propia lengua, pero hoy todos comparten el mismo idioma: correr el Maratón de Nueva York.

50 minutos después los corredores están en la salida. Oleadas de mareas humanas esperan su hora de arranque. Ya no hablan tanto; unos estiran las piernas. De pronto el silencio y el sol que asoma por el oriente; el primer disparo anuncia la salida de los atletas de élite y en el sonido ambiental se oye la voz inconfundible de Frank: Start spreading the news… Un grito de emoción se eleva en todos los idiomas y algunos dejan correr lágrimas: están aquí, en la Babel moderna; otro disparo y otra oleada de piernas humanas que vuelan, y otra canción inconfundible: Is New York, concrete jungle were dreams are made of.

Atrás se queda Staten Island y frente a ti se alza majestuoso el Puente de Verrazano-Narrows. La vista se extiende hasta la Gran Manzana, como los peregrinos, que hace cientos de años divisaron estas islas en toda su belleza para colonizarlas; ahora hombres y mujeres de todo el mundo, algunos con sus piernas, otros en sillas de ruedas, avanzan como una marabunta humana para conquistar un sueño.

Profesionales, principiantes, jóvenes y adultos. Cada cual a su manera, con ambiciones, perspectivas y objetivos distintos, pero el mismo propósito: llegar a la meta en Central Park. Unos confiados y seguros, otros con miedos. Y cuando más dudas tienes y crees que es imposible, te topas con alguien como Geraldino Silva, un portugués de Oporto, que al cumplir 57 años en 2013, te cuenta que su médico le prohibió correr por un problema de rodillas; pero él buscó una segunda opinión, y se propuso lo imposible: corre 62 maratones en cinco años, hasta igualar los maratones corridos a su edad actual, 62 años.

Y así recorrió las calles de Roma, Venecia, Berlín, Florencia, París, Río, Boston, Chicago y los viejos adoquines de la Europa del Este. De cada lugar tiene un recuerdo, una experiencia que cuenta con su sonrisa amable, su mirada profunda y su imperfecto portuñol. Para Silva, NY es el final de esta aventura por el mundo, será su maratón 62 justo a sus 62 años, su meta última, pero no final.

Geraldino es mente, fuerza y carácter. Un campeón de tantos que este 4 de noviembre conquistaron Nueva York. Vinieron por un sueño y regresarán a casa con una medalla y con la imagen de la gran ciudad que se rindió a sus pies.

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