¿Quién no ha pensado alguna vez en lo afortunado o afortunada que es sólo por el hecho de haber nacido en esta época? Por ejemplo, a los de mi generación nos ha tocado ser testigos de avances tecnológicos extraordinarios.
Inventos tan maravillosos e increíbles que, de niños y adolescentes, sólo podíamos imaginar a través de las novelas de ciencia ficción que leíamos o que veíamos en algunas series de televisión, sin saber hasta dónde llegaríamos como humanidad décadas después. Lo cierto es que la realidad ha superado la ficción con la llegada y el vertiginoso desarrollo de la inteligencia artificial.
En esta ocasión, mi fascinación va sobre el uso de las IA en el deporte de alto rendimiento, y es que, gracias al uso de tecnologías avanzadas, como algoritmos y modelos avanzados de aprendizaje con información generada por los atletas, los entrenadores pueden tomar decisiones más precisas y personalizadas que ayudan a los deportistas a cuidar su salud, mejorar su rendimiento y evitar lesiones. Estas tecnologías utilizan sensores de entrenamiento y pruebas médicas, que recopilan datos biomecánicos y fisiológicos, todo con una precisión y rapidez nunca antes vista.
En cuanto a técnica de carrera y pisada, estas plataformas estudian y monitorean el desempeño de los atletas mediante cámaras y sensores de movimiento. Esta y toda la información recopilada se vacía en aplicaciones que realizan análisis instantáneos y hacen recomendaciones basadas en investigaciones y estadísticas.
Otras herramientas, como el GPS y los dispositivos de monitoreo del ritmo cardiaco, registran datos en tiempo real que son analizados por la IA para ajustar la intensidad del entrenamiento y el esfuerzo, a fin de evitar algún riesgo de lesión, de sobrecarga o incluso de sufrir un paro cardiorrespiratorio.
Sin embargo, el acceso a tanta información personal ha provocado debates sobre la privacidad y la propiedad de los datos que manejan estas aplicaciones. Atletas de alto rendimiento de todo el mundo se han pronunciado por el derecho a la privacidad de su información y han exigido el uso ético de las IA, la transparencia y el establecimiento de límites sobre la manera en cómo se recopila, guarda y utiliza toda la información.
Sigo pensando que somos afortunados de vivir en esta época y de ver cómo, gracias a estos avances tecnológicos los cuales, sin duda, llegaron para quedarse, cada vez se forman atletas más eficientes y se rompen más récords en todas las disciplinas.
Sin embargo, muchos coincidimos en que las IA jamás podrán sustituir la intuición del entrenador y la comunicación y empatía que puede tener con su atleta, como tampoco reemplazarán el talento natural del deportista. Se trata solo de contar con información basada en evidencia en la que se pueda confiar… y yo confío más cuando, después de entrenar, mi reloj “inteligente” me manda a descansar.
Por Rossana Ayala
















