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sábado, julio 27, 2024

El aguador

La pasión por correr no siempre es sólo de los corredores y también puede estar fuera de la pista. Hay quienes, sin ser los que corren, viven y disfrutan intensamente esta actividad y ayudan y alientan a los atletas para que den su máximo esfuerzo. Y a veces lo hacen con una labor tan sencilla que, aunque pareciera no tener importancia, al final es vital para que un corredor tenga lo necesario, física y emocionalmente, para concluir exitosamente una carrera.

Es el caso de Klaus-Henning Schulke, un voluntario que recientemente participó en el Maratón de Berlín como aguador de Eliud Kipchoge, nuevo campeón de esta carrera y también el nuevo poseedor del récord mundial del maratón con un tiempo de 2 horas 1 minuto y 39 segundos. La enorme hazaña del keniano que superó todas las marcas anteriores tanto olímpicas como mundiales en maratones, no hubiera sido posible sin el apoyo de todo un equipo humano que lo auxilió y lo apoyó desde su entrenamiento y en el día de la carrera; y en ese equipo, la labor del hombre que le acercaba su botella con agua cada 2.5 km, el famoso Drinks guy o el Tipo de las bebidas, como llamaron los medios a Klaus Henning fue, literalmente, vital.

Y es que Henning, de 52 años y quien desde los 19 ha participado como voluntario en Berlín, no es cualquier aguador. Primero porque él mismo es un triatleta consumado y en su curriculum está también haber sido jefe de obras en la reconstrucción del Palacio Real de Berlín, dañado durante la Segunda Guerra Mundial y finalmente demolido durante la Guerra Fría, y segundo porque la forma en que realiza esta labor es singular y destaca con mucho de los demás chicos de las bebidas.

El enorme entusiasmo y la pasión que este hombre mostraba en cada ocasión que el campeón Kipchoge recibía de sus manos el termo con el vital líquido era tan efusivo y expresivo, que llamó la atención de todo el mundo porque parecía que con cada entrega de agua él mismo estuviera corriendo y rompiendo el récord que Eliud batió. KlausHenning pedaleaba en su bicicleta los 2.5 km con toda la determinación y una vez que el keniata tomaba agua, él saltaba de gusto y estiraba los brazos en señal de victoria, como si en cada entrega se jugara la vida.

El resultado de tanta pasión dentro y fuera de la pista fue la combinación perfecta: Kipchoge pudo siempre correr perfectamente hidratado, lo que le ayudó a conquistar el récord y a sorprender al mundo, mientras que Klaus cumplió apasionado y devotamente su labor de auxilio y soporte vital para el atleta al que le tocó acompañar, convirtiéndose en parte de su triunfo. Fue tal la simbiosis que se desarrolló entre el corredor y su aguador, que terminada la carrera Kipchoge buscó a Klaus-Henning y, en reconocimiento a su apoyo, le entregó el número con el que corrió la carrera, con un mensaje: Mr. Klaus, gracias por haberme ayudado hoy, mi récord no habría ocurrido sin ti.

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