Si ser corredor en tiempos de pandemia es complicado, pensar qué tipo de corredores seremos después de que pase la tormenta es aún más incierto. ¿Seremos los mismos o cambiaremos? De entrada no tendremos la misma condición que antes de la cuarentena, porque más de 50 días sin entrenar hacen mella hasta en el atleta más fuerte y preparado del planeta.
Y, como en todos los aspectos de la vida, nuestras prácticas, hábitos y costumbres tendrán que modificarse y adaptarse a los nuevos tiempos de normalidad con el COVID-19.
Ya decíamos en la pasada entrega que el corredor que resurja de esta pandemia tendrá que ser más consciente y precavido, más ocupado de cuidar su salud y la de los demás. Habrá los que quieran salir como antes y pensar que nada ha cambiado, pero si no toman en cuenta los días de encierroy las lecciones que nos dejaron, podría —lo menos— lesionarse, y lo más grave, contagiarse y contagiar a otros corredores.
Lo que sí va a permanecer intacto, después de estos meses en casa, será sin duda el espíritu que nos mueve y nuestra pasión por la libertad de correr y ser mejores. Después de todo los corredores somos seres resilientes por naturaleza, porque zancada tras zancada conocemos el dolor y aprendemos a aceptarlo, hasta que adquirimos la fortaleza necesaria que nos ayuda a enfrentar no sólo los kilómetros en la pista, sino también los obstáculos de la vida. Por eso, entre muchas otras razones, nos gusta esta disciplina.
Es por ello que no podemos ocultar ni negar que echamos mucho de menos la libertad que nos da correr; nos ejercitamos en casa, pero no es suficiente. En lo personal, extraño sentir el viento en mi rostro. Extraño ser solamente un cuerpo en movimiento con la mente puesta en el horizonte, mientras encuentro alguna solución a mis problemas. Extraño tener un entrenamiento específico y terminarlo con la satisfacción de la misión cumplida y añoro, entre otras muchas cosas, correr en el Bosque de Tlalpan con mis queridos amigos corredores. Es difícil entender el grado de dependencia emocional al que la carrera puede conducir; por eso mismo es necesario en estos días mantener la calma y enfocar la mente para lo que vendrá.
Cuando al fin podamos salir, el mundo va a estar ahí, delante de nosotros, esperando ser reinventado con nuevos y mejores hábitos. Si no lo hacemos, si no estamos dispuestos a cambiar, difícilmente podremos continuar corriendo durante años. La libertad que la carrera proporcionatiene posibilidades infinitas y entre ellas está el sentido común. Ahora no ganará sólo el que más disfruta, sino el que mejor se cuide y vea también por los demás.