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lunes, abril 29, 2024

Mujeres que marchan… Y también corren

A la marea morada que invadió el pasado 8 de marzo al planeta, con millones de mujeres marchando y gritando por las calles, plazas y avenidas de muchos países, para exigir sus derechos a una vida sin violencia, igualdad plena y justicia para las asesinadas y violentadas, se sumaron el pasado sábado 11 de marzo cerca de 22 mil mujeres más que habiendo llegado de todo el mundo, corrieron el Maratón Femenil de la ciudad de Nagoya, creado hace poco más de una década para resaltar el poder femenino y la capacidad de las mujeres para superar cualquier meta.

Porque poder correr libremente y con reconocimiento en competencias atléticas oficiales también fue una de las luchas históricas del feminismo, que apenas hace 56 años empezó a ser conquistada con la primera mujer que en 1967 se rebeló ante la misoginia y el machismo que impedía a las mujeres participar en el Maratón de Boston, se trata de Kathrine Switzer, que se lanzó correr por las calles de la ciudad norteamericana siendo perseguida y casi expulsada por la fuerza de la carrera, bajo el argumento de que no eran aptas físicamente para correr la distancia de 42.195 kilómetros.

Aquellas mujeres rebeldes y decididas no sólo siguieron corriendo a pesar de la prohibición sino que demostraron con el tiempo, que aquel techo de cristal impuesto por las propias federaciones de Atletismo del mundo y por los organizadores del Maratón de Boston, no era sino otra más de las mentiras patriarcales con las que se pretendía hacer aparecer a las mujeres como seres inferiores, en este caso físicamente, a los hombres, además de encasillarlas y estigmatizarlas con estereotipos de género sobre su supuesta debilidad y vulnerabilidad.

Por décadas Kathrine Switzer y otras mujeres en todo el mundo se dedicaron a promover e institucionalizar carreras, pruebas y maratones femeninos en los que cientos de miles de mujeres en varias naciones rompieron con los mitos y demostraron que las mujeres no solo pueden correr y alcanzar grandes distancias, sino que también podían competir oficial y hasta olímpicamente para mostrarle al mundo su fortaleza, capacidad y velocidad y acabar para siempre con el modelo patriarcal de mujeres débiles, frágiles y pretendidamente femeninas que necesitaban de la fuerza y la protección de los hombres.

Así lo expresa la propia Kathrine Switzer en una entrevista: “Ahora mismo, la unión del maratón, correr y el deporte son ejemplos maravillosos de diversidad, inclusión, respeto e igualdad. Si podemos hacerlo en una maratón, ¿por qué no en todo el mundo? Los hombres han aprendido que todos corremos juntos y nos da igual el género. Esto derriba una gran cantidad de barreras sociales y otras limitaciones. El deporte consiste en motivar y respetar a los demás: esa es la mayor lección que he aprendido”, concluye.

POR ROSSANA AYALA
AYALA.ROSS@GMAIL.COM
@AYALAROSS1

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