“Depende, todo depende, del color con que se mira todo depende”, con esas frases y el ritmo cadencioso de Jarabe de Palo, tengo recuerdos muy vívidos y agradables de lo que es correr en libertad y con el viento fresco golpeándote la cara.
Mientras en mis audífonos sonaba aquello de: “Razón y piel, difícil mezcla, agua y sed, serio problema”, y mi mente viajaba a momentos y situaciones pasados de mi vida, el golpeteo de mis pies sobre la arcilla me aterrizaba en el presente y me hacía recordar que siempre el movimiento es lo que nos hace avanzar y continuar nuestra existencia.
Volver a empezar a correr, después de más de tres meses de encierro y cuarentena, y la posibilidad de volver a hacerlo al aire libre, en el mágico y asediado Bosque de Tlalpan, nos pone melancólicos y nos hace pensar que quizás hay cosas que no volverán a ser igual en nuestras vidas y en nuestra forma de correr, empezando por nosotros mismos.
Porque cuando decidamos salir de nuevo y volver a ese lugar en donde nos gusta correr, lo haremos, primero, con cierto miedo, con la sensación permanente de que debemos cuidarnos y ser cuidadosos, y luego con una condición física y un nivel muy distinto al que teníamos cuando vino el COVID-19 y nos encerró dentro de nuestra casa y de nuestros miedos e inseguridades.
La buena noticia es que quienes corremos somos expertos en recomenzar. Sabemos que la carrera es un continuo regresar a una fase cero a la que volvemos, la mayoría de las veces, con una nueva lección aprendida; somos resilientes por naturaleza y es por ello que nos gusta tanto correr. Si no fuera así, si no estuviéramos dispuestos a reinventarnos después de una lesión, una enfermedad o una dificultad, difícilmente podríamos seguir corriendo durante muchos años.
Y volvemos, sí, con un paso después del otro, primero muy lento, con dificultad y de a poco, y con mucho esfuerzo recuperamos la fuerza y la velocidad perdidas, y lo repetimos una y otra vez, temporada tras temporada, como si tuviéramos toda la vida por delante o como si cada año que nos volvemos más viejos no contara.
Se dice que correr es una manera de estar en el mundo y estoy completamente de acuerdo con eso; ahora debemos tener control sobre nuestro propio mundo y se requiere de responsabilidad, ya que, por ahora, las metas y los resultados son diferentes. Empecemos con calma y despacio, que este año ya no habrá maratones ni carreras organizadas; olvidémonos por unos meses de nuestras marcas, de la condición perdida, de las series, las cuestas, del esfuerzo a máxima velocidad. Recordemos que el verdadero corredor nunca tiene prisa, vive el presente y busca en la carrera un estado de liberación de la mente. Volvamos al principio, pero con la sabiduría de lo aprendido en esta terrible pandemia.