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sábado, diciembre 21, 2024

Una ciudad de para correr

Correr en Vancouver en plena primavera es toda una experiencia sensitiva. A la existencia de calles y banquetas perfectas para la movilidad y la seguridad de peatones y corredores, se suma el estallido de plantas, árboles y flores que llenan de color y vida a esta ciudad, junto con un sol radiante y un clima fresco, que no rebasa los 20 grados. Es como si, tras su largo y húmedo invierno, al que se añade también el otoño, la ciudad se llenara de luz y de color para regalarle a los habitantes que llegan de todo el mundo a esta ciudad cosmopolita, un espectáculo de vida que estimula todos los sentidos y motiva a disfrutar de cualquier actividad al aire libre.

Y cuando corres por esas calles llenas de flores de cerezo, de tulipanes y árboles frondosos, la ciudad se transforma en un enorme set, y tú en el protagonista de una película en movimiento, en la que disfrutas tanto las vistas y el paisaje urbano, que tu trote se aligera y cuando te das cuenta ya avanzaste varios kilómetros y fuiste desde la hermosas playas del West End, hasta el centro de la ciudad.

Un recorrido en el que, además, para completar el cuadro, te toparás con gente amable que te motiva a que continúes tu carrera con dedos levantados. Vancouver, además de ser la puerta de entrada a la maravillosa reserva forestal de la Columbia Británica, destaca por el trazo perfecto de sus calles, el orden en su movilidad urbana, y un ambiente social y cultura siempre amigable y diverso, en donde la amabilidad y la convivencia relajada y respetuosa, suele ser el común denominador para los grupos y comunidades más diversas que, provenientes de todo el planeta, un día llegaron como inmigrantes para hacer de esta ciudad un refugio generoso, amigable y abierto a todas las culturas, lenguas, gastronomías y expresiones humanas.

Aquí difícilmente encuentras a gente que te vea mal o discrimen por tu color de piel, por tus preferencias sexuales, tu religión o tu forma de pensar. Vancouver es también un ejemplo de ciudad abierta a la universalidad, por encima de cualquier tipo de diferencia, aquí se respira un ambiente de respeto y amabilidad. Muchos jóvenes mexicanos vienen en busca de estudio, de trabajo o, incluso, con fines migratorios; la cultura mexicana es apreciada y querida, lo mismo en una taquería que sirve tacos al pastor o tamales, que en una cantina mexicana, que ofrece margaritas y cerveza Corona, que las expresiones de alegría y los buenos recuerdos que muchos canadienses tienen de México, al que conocen lo mismo por sus playas, que por sus ciudades y cultura.

Sin duda, correr en Vancouver en plena primavera es todo una experiencia que te hace querer recorrer un camino distinto cada mañana y admirar, desde los hermosos tulipanes y los árboles pletóricos de flores de cerezo, hasta encontrarte con decenas de corredores, que lo mismo recorren las calles de esta ciudad, como la zona del malecón que va a todo lo largo de la bahía inglesa. Después de vivir el placer de correr por Vancouver no me queda más que robarle a la gran Mercedes Sosa esas cuatro palabras que lo dicen todo: GRACIAS A LA VIDA.

POR ROSSANA AYALA
AYALA.ROSS@GMAIL.COM
@AYALAROSS1

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