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miércoles, marzo 19, 2025

VIOLENCIA Y AUSENCIA DE AUTORIDAD: BARRAS FUTBOLERAS Y BARRAS POLITICAS

Como un Narciso que se asoma al reflejo del agua para admirar su imagen, México entero vio horrorizado y con dolorosa claridad la imagen de lo que nos hemos convertido por la violencia normalizada, pero constante y creciente de los últimos 15 años: una República y una sociedad donde la ausencia de autoridad y la inexistencia de un Estado de Derecho hace que un puñado de violentos impongan el terror por medio de la fuerza, la crueldad y el salvajismo, mientras las familias y el resto de los mexicanos huímos despavoridos y las autoridades sólo observan, complacientes, ineptas y cómplices, como a sus gobernados los golpean y asesinan salvajemente, como son pateados en el suelo, inconscientes y ya muertos, en un espectáculo sanguinario que al mismo tiempo nos provoca nauseas, dolor y vergüenza al descrubir nuestro rostro actual.

Se siente un hueco en el pecho, un dolor profundo en el alma nacional cuando se ve de manera tan cruda y tan salvaje, lo que han logrado ya dos sexenios y medio de gobiernos fallidos en contener y controlar la violencia y la anarquía que campean en el país. Tres presidentes incapaces e ineptos en erradicar el cáncer de sangre, terror y muerte que corroe la vida de esta República y de sus habitantes: Felipe Calderón, que declaró una guerra perdida que nos baño de sangre y nos robó la paz y la inocencia, Enrique Peña Nieto que prefirió robar mientras la Nación se desangraba y él simulaba contener la hemorragia y Andrés Manuel López Obrador, que prometió la pacificación y llegó para rendirles pleitescía a los narcos, engordar al Ejército mientras los saca del combate al crimen y mirar para otro lado mientras desde el Poder incita a la violencia y habla, habla y habla con una diarrea verbal cuya velocidad es equiparable al ritmo en que crecen los muertos y masacres en su gobierno.

No es tan difícil advertir que lo que sucedió en el Estadio “La Corregidora” de Querétaro, (tristemente nombrado como la heroína nacional que arriesgo su posición y su vida por darnos libertad) es sólo un reflejo de lo que sucede en otros ámbitos de la vida nacional: los salvajes de las barras futboleras son iguales a los jóvenes sicarios y a los capos y narcos que asesinan, violan y matan todos los días en varios estados de la República, con la única diferencia de que los segundos tienen armas mortíferas y de alto poder, mientras los primeros usan sus manos, sus piernas y cualquier objeto que tengan a la mano para golpear, patear y matar a otros jóvenes como ellos; pero la saña, la crueldad y sobre todo la impunidad desde la que actúan ambos grupos, sabedores de que no hay autoridad que los contenga, es exactamente la misma en las gradas del estadio que en las calles, avenidas y los campos de la Patria.

Tampoco es difícil advertir que el mismo nivel de violencia, polarización y confrontación que estalló en ese estadio es el que hoy existe en el ambiente político nacional y entre la misma sociedad dividida y polarizada. En ese sentido las salvajes barras futboleras no son tan distintas de las envenenadas barras políticas que actúan con el mismo nivel de primitivismo y crueldad en contra de sus adversarios.

El discurso de odio y de violencia que todas las mañanas repite el presidente López Obrador desde Palacio y la respuesta no menos violenta y venenosa con la que le responden las élites políticas y económicas a las que ataca, son una versión refinada y oculta de la masacre futbolera en Querétaro: igual los políticos de la 4T, que los etiquetados “neoliberales” o “conservadores” se siguen pateando entre ellos, aún cuando algunos ya estén inconscientes y muertos en el piso.

Incluso, la violencia y la crueldad política que también campean por la República no sólo es entre rivales políticos, los mismos miembros de este gobierno, cuando se pelean entre ellos, pueden ser tan crueles y salvajes como los jóvenes que mancharon sus tenis de sangre de tanto patear a los del equipo contrario.

¿Qué nos extraña entonces y nos asombra del espectáculo grotesco y cruel que presenciamos en la cancha de futbol? Nos horroriza vernos la cara deformada que hoy tenemos como sociedad. Nos azora sabernos solos e indefensos ante los violentos, salvajes y criminales que no respetan la ley ni la convivencia civilizada porque las autoridades que debieran defendernos hoy se niegan a aplicar la ley y han renunciado al uso de la fuerza pública por una supuesta “estrategia pacificista” que abraza a los criminales y ataca y condena a los ciudadanos críticos de este gobierno. Nos duele reconocer que nos hemos acostumbrado a la violencia, que nos hemos vuelto indolentes e insensibles ante el dolor de los demás y justificamos el horror y el asesinato de otros “porque seguro andaban en malos pasos”. Y nos asusta aceptar que seguimos siendo un pueblo incivilizado, sanguinario y cruel con un gobierno inepto, ineficaz y demagógico que a estas alturas ya no sabemos si lo merecemos o sí simplemente lo padecemos pasivamente porque seguimos siendo una sociedad de apáticos y agachones.

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