Dicen los expertos en movilidad urbana que el principio básico de una buena movilidad en cualquier ciudad es el respeto, la tolerancia y la civilidad entre los distintos tipos de transporte. Desde el peatón, el ciclista, el motociclista, el chofer de un automóvil o de un transporte público, todos tenemos el mismo derecho de movernos libremente y con seguridad en las calles, plazas y avenidas de una ciudad.
El espacio público se llama así, porque nos pertenece a todos y todos tenemos la misma importancia, derecho y prioridad al momento de usarlo. Ninguno tiene prioridad sobre otro, ni el automovilista sobre el ciclista o motociclista, ni éstos sobre el peatón. De entender y practicar ese respeto y tolerancia, depende la convivencia armónica y civilizada y el que todos podamos usar los espacios públicos con plena seguridad, integridad y libertad.
Con la pandemia, muchos corredores dejaron de acudir a los gimnasios o parques, donde se practica el running, y optaron por correr por las calles y avenidas de la ciudad, en espacios abiertos, a veces solos o a veces acompañados. Aunque correr en la vía pública puede ser más seguro para no contraer COVID-19, también hay riesgos para los corredores que lo hacen, porque tienen que compartir las calles con otros medios de transporte, desde mecánicos hasta motorizados.
Por ejemplo, si se corre por la banqueta de una avenida, el espacio se comparte con los peatones que caminan, con los puestos de vendimia callejera y hasta con ciclistas que indebidamente circulan por las banquetas. Pero, sin duda, el peligro mayor para los corredores son los vehículos automotores, tanto públicos como privados. La falta de respeto que muchos automovilistas tienen por los ciclistas es muy parecida a su actitud hostil o poco considerada que tienen por los corredores.
Aunque los ciclistas están más expuestos por ir sobre el arroyo vehicular, los corredores tenemos la ventaja de que podemos desplazarnos sobre la banqueta, cuando las hay. En nuestro caso, los sustos nos los dan los autos que se pasan los altos o no respetan la zona de peatones o cuando tenemos que pasar un tramo, donde no hay banqueta o está ocupada por puestos callejeros; en esos casos quedamos tan expuestos como vulnerables al tener que usar el arroyo vehicular.
Otra situación difícil que enfrentamos los corredores urbanos es la relación que tenemos con los perros y sus dueños. Adoro a los perros, yo tengo cuatro hermosas perritas en casa, pero que levante la mano el corredor que no haya tenido que cambiar de ruta o de plano huir asustado de un perro que le enseña los dientes entre gruñidos furiosos. El problema está en que, tanto a corredores como a los dueños de los perros, nos gusta salir a las mismas horas de la mañana o de la noche, ya sea a correr o a pasear a la mascota y ambos preferimos parques, avenidas o lugares sin tráfico.
Siendo justos, la mayoría de los dueños lleva a sus perros con collar y correa, pero hay quienes prefieren llevarlos sueltos, porque el perro necesita también correr y jugar, lo cual puede ser comprensible, y aunque el dueño nos diga que el perro “no hace nada”, o “es muy juguetón”, lo cierto es que nos asusta y no es agradable traer a un perro ladrando y corriendo detrás; además, de que no tenemos el tiempo ni las ganas de comprobar si de verdad es inofensivo como nos dice el dueño.
Incluso, cuando el perro que nos ladra o nos sigue es de una raza pequeña, muchos corredores optan por amenazar al perrito con patearlo o aventar una piedra con tal de que los deje en paz, lo cual puede ser contraproducente, porque desata la furia del dueño y el asunto a veces termina en pleito o en una discusión que ninguno, ni el corredor, ni el dueño de la mascota busca.
Por eso insistimos en el valor fundamental para utilizar el espacio público de manera armoniosa: el respeto y la tolerancia, dos valores que deben de manifestarse de ambas partes: si el perro está entrenado para ir suelto y sin molestar a humanos u otros perros, que vaya suelto, pero si no es así, debe llevar correa.
Así es que ya lo sabes, la próxima vez que decidas salir a trotar por calles, plazas o avenidas de la ciudad toma en cuenta, primero que nada la seguridad, pero también la necesidad de compartir el espacio público y, para recibir respeto y tolerancia, primero hay que darlos. Ya seas automovilista, ciclista, motociclista, corredor o peatón que pasea con su mascota, hazlo siempre con cuidado y respeto por los demás. El espacio es de todos y todos tenemos el mismo derecho. Piensa siempre no sólo en tu derecho de usar el espacio público, sino también en el derecho de los demás, eso nos permitirá convivir en armonía, respeto y civilidad y disfrutar de manera segura, lo mismo si caminas, corres o manejas cualquier tipo de vehículo de transporte.
POR ROSSANA AYALA
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