Entre los panistas que aparecen mencionados en los testimonios y acusaciones de Emilio Lozoya Austin hay en este momento un miedo auténtico de ser acusados, procesados y hasta detenidos, porque tras la detención del ex senador Jorge Luis Lavalle, alías “Pachita”, el gobierno de la 4T y su brazo judicial que es la Fiscalía General de la República abrieron la temporada de “caza blanquiazul” con miras a impactar las elecciones del próximo 6 de junio y que a partir de ello, varios políticos encumbrados, sobre todo de los que fueron senadores en la pasada legislatura y del círculo cercano del ex presidente Felipe Calderón, están en estos momentos en la mira y sus expedientes podrían ser judicializados en cualquier momento.
A partir de denuncias que presentó el pasado 17 de febrero la Unidad de Inteligencia Financiera, el próximo en la lista de la FGR es Roberto Gil Zuarth, el que fuera ex secretario particular de Calderón y poderoso senador durante el sexenio peñista. La denuncia por manejos financieros irregulares que le elaboró Santiago Nieto está y que se presentó ante la Fiscalía Especializada contra Delitos de Corrupción, ya siendo judicializada y, según fuentes internas de la Fiscalía, se ha solicitado una orden de aprehensión que un juez federal podría librar o negar en cualquier momento. A Gil Zuarth la UIF le documentó inconsistencias financieras entre sus ingresos y gastos, tras documentar más de 40 millones de pesos en depósitos en efectivo y donativos, así como presuntos gastos de más de 170 millones de pesos en tarjetas, compras y blindaje de vehículos. La mayor parte de esos gastos e ingresos de Gil Zuarth ocurrieron el periodo entre 2012 y 2018, cuando encabezó la Comisión de Justicia y la presidencia del Senado, y se convirtió en el enlace directo entre los hombres cercanos de Peña Nieto, como Luis Videgaray, Aurelio Nuño y Emilio Gamboa, para negociar y aprobar diversas reformas e iniciativas impulsadas por el gobierno peñista.
Roberto Gil, quien curiosamente es un solicitado abogado defensor de otro panistas acusados, ahora también está ocupado y preocupado en armar su propia defensa jurídica, política y mediática (porque sabe bien que las denuncias en su contra involucran algo más que acusaciones penales y traen dedicatoria personal), no es el único panista que en estos momentos está nervioso. El ex gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, es otro que ya siente llegar el fuego a los aparejos pues es cuestión de semanas para que la Comisión Instructora de a conocer su dictamen sobre la solicitud de Procedencia que presentó la Fiscalía General de la República que, está más que claro, será a favor de eliminarle el fuero y permitir que procedan penalmente en su contra.
Y aunque Cabeza de Vaca sabe que tiene un colchón de tiempo, en lo que se define la controversia constitucional sobre quién tiene la última palabra en el Juicio de Procedencia en su contra, si la Cámara de Diputados Federal o el Congreso local de Tamaulipas, la realidad es que los nervios le están ganando al gobernador, sobre todo porque siente que algunos de sus amigos de confianza en al PAN lo han traicionado y le están dando la espalda. La traición que más molesta e incomoda a Cabeza es la de su gran amigo y compañero en el Senado, Francisco Domínguez, actual gobernador de Querétaro. En Ciudad Victoria están convencidos de que “Pancho negoció su asunto con la 4T” y que incluso el queretano habría hecho algún tipo de pacto o acuerdo con el gobierno federal y con la 4T, para evitar que procedieran en su contra y que le iniciaran un expediente por las acusaciones y señalamientos que Emilio Lozoya le realizó por haber sido uno de los senadores que recibieron sobornos en efectivo a cambio de aprobar la reforma energética de Peña Nieto.
Las sospechas de los tamaulipecos en la negociación del gobernador queretano se basan en que, a pesar de que en el video que se filtró del caso Lozoya, donde funcionarios de Pemex entregan bolsas llenas de dinero en efectivo a dos enviados del Senado, uno era Rafael Caraveo, ex operador cercano del senador priista Emilio Lozoya y del panista Jorge Luis Lavalle, el otro personaje que aparece recibiendo los sobornos en efectivo ni siquiera fue citado o investigado por la FGR, a pesar de que se trataba de Guillermo Gutiérrez Badillo, que en ese momento (2015) era el secretario particular del senador Francisco Domínguez Servién, hoy gobernador de Querétaro. ¿Por qué al secretario particular de Pancho Domínguez, que aparece claramente en el video recibiendo y acomodando los fajos de billetes en la bolsa que le entregaron en Pemex nunca lo llamaron oficialmente a declarar? ¿Por qué, mientras a otros panistas como “Pachita” Lavalle, Gil Zuarth, Ricardo Anaya o el propio Cabeza de Vaca les abrieron expedientes que ya están siendo judicializados al gobernador de Querétaro ni siquiera lo han vuelto a mencionar, mucho menos a investigar? Son las preguntas que se hacen en Tamaulipas donde acusan “traición” de quien consideraban su amigo y casi hermano.
Veremos que tanto cunde el pánico azul y cuántos panistas son llevados ante los juzgados en los dos meses de campañas electorales, pero por lo pronto un buen indicador del nerviosismo que tienen los blanquiazules fue la comida privada que el pasado martes sostuvieron Ricardo Anaya y el gobernador Cabeza de Vaca. En un apartado del restaurante Estoril de Polanco, los dos panistas se encerraron en una larga comida que empezó pasadas las 3 de la tarde y seguía pasadas las 6 pm. Aunque pocos los vieron entrar, porque lo hicieron por un acceso privado que utilizan muchos políticos que acuden a ese restaurante cuando no quieren ser vistos, la presencia del ex candidato presidencial y del mandatario estatal se supo porque en los pasillos del restaurante y en el estacionamiento y la calle de Alejandro Dumas pudimos contar la presencia de entre 15 y 20 guardias armados y por lo menos 5 camionetas blidadas suburban y de otros modelos que acompañaban al gobernador tamaulipeco. ¿Del tamaño de la seguridad es el miedo azul o es pura precaución?
NOTAS INDISCRETAS…Como el toro que aún vencido y con varias estocadas se resiste a morir y aún lanza cornadas con las patas doblándose, ayer el presidente López Obrador salió a defender, una vez más, a su indefendible candidato a Guerrero, Félix Salgado Macedonio. Fiel a su lenguaje pendenciero y provocador, el mandatario calificó la decisión del INE de ratificar la cancelación del registro a Salgado y a Raúl Morón, como “un atraco a la democracia” y amenazó con que no aceptarán la decisión de los consejeros electorales y volverán a ir al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación a impugnar porque “la última palabra” la tienen los magistrados federales. La reacción del presidente y de su partido confirman no sólo lo que ya es sabido, que López Obrador y también los morenistas, por herencia de su caudillo, no saben perder y no aceptan los resultados ni las decisiones de la autoridad cuando estás no les favorecen. Y si bien están en su derecho legal de volver a impugnar el caso, en busca de que ésta vez el Tribunal Electoral y sus magistrados –a los que la 4T tiene arrinconados y amenazados—sí les den la razón y no se laven las manos regresando el asunto al INE como hicieron la primera vez, lo que queda más que claro en todo este asunto son tres cosas: la primera, que Félix Salgado es más cercano en afectos a López Obrador de lo que muchos creen; la segunda, que ni siquiera su triunfo histórico en el 2018 le enseñó al presidente a respetar la ley y las instituciones y a dejar de ser un líder opositor pendenciero y antisitémico (a pesar de que hoy él es la cabeza del sistema que rechaza y desprecia) y la tercera y más grave, que Andrés Manuel dice una cosa en el discurso pero practica otra en la realidad, porque todo este tiempo, desde que llegó a Palacio Nacional se ha dedicado a decir que no se mete en los asuntos de Morena porque no quiere ser “jefe político” de su partido como lo hicieron todos los demás presidentes, pero en los hechos eso es pura palabrería, porque en este caso de Félix Salgado, como en muchas otras cosas que tiene que ver con el partido oficial, actúa como si no fuera presidente de todos los mexicanos y solo representara los intereses morenistas…A propósito de morenistas, ayer el minieditorial del diario La Jornada, que dirige la periodista Carmen Lira, lanzó una pregunta tan enigmática como provocadora: “¿Quién es la mano que mece la cuna para llevar al “éxito” a un partido como Morena?”. Nos pusimos a tratar de descifrar el enigma y nos encontramos con que la “mano que mece la cuna” mencionada por el diario de la izquierda mexicana, es la de un conspicuo personaje que aparece como el “operador y coordinador” de la campaña de Salgado Macedonio: nada menos que el ex subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta. El es a quien se refieren y se le vio muy cerca del “Toro cercado” en el plantón afuera del INE, lo mismo limpiándole el sudor de los cuernos que lustrándole las pezuñas…Los dados mandan Escalera doble. Buen tiro.