Para lograr su candidatura presidencial Ricardo Anaya tiene en este momento un enorme aliciente y dos grandes obstáculos. El aliciente es su ambición por convertirse en candidato. El dirigente sabe qué éste es su momento y que si no lo aprovecha difícilmente se le volverán a alinear los astros como en esta ocasión; por eso se ha obsesionado con ser el abanderado de un Frente Ciudadano por México (FCM) que ideado a la medida de su proyecto y, emulando el “modelo Madrazo”, está dispuesto a todo –desde apropiarse del PAN hasta aplastar a sus contrincantes internos, sin contar su largo historial de traiciones— para lograr una nominación que no está dispuesto a soltar.
Pero los dos grandes obstáculos que se interponen entre Anaya y una candidatura presidencial exitosa y competitiva son, curiosamente, los mismos que en su momento enfrentó el candidato presidencial del PRI en 2006, Roberto Madrazo Pintado. Como Madrazo entonces, Anaya no cuenta hoy con el apoyo ni las simpatías de la mayoría de los 12 gobernadores de su partido; se diría que de la docena de mandatarios apenas cinco (Francisco Vega, de Baja California; Miguel Márquez, de Guanajuato; Javier Corral, de Chihuahua; Antonio Echevarría, de Nayarit y Miguel Yunes de Veracrúz) simpatizan con el dirigente, aunque eso no significa que apoyen totalmente la idea del Frente y sobre todo el reparto de candidaturas al PRD y MC en sus estados.
El resto (Francisco Domínguez, Querétaro; Antonio Gali, Puebla; Francisco García, Tamaulipas; Carlos Mendoza, BCS; Martín Orozco, Aguascalientes; José Rosas, Durango; y Carlos Joaquín, de Quintana Roo) de plano se ven opuestos a las aspiraciones de Anaya y tienen “serias dudas” y cuestionamientos al esquema por el que el Frente pretende arrebatarles la designación de candidatos u obligar a los comités estatales y municipales a aceptar la postulación de abanderados perredistas y de MC, aún cuando esos partidos no tengan presencia o sean minoría en sus estados.
El papel de los gobernadores panistas y su posicionamiento final ante el Frente podría definir la supervivencia de esa coalición y su nivel competitivo frente a la maquinaria de gobierno y recursos públicos del PRI y también frente al avance de Morena en las encuestas.
Ya le pasó a Madrazo en 2006 y le puede pasar ahora a Ricardo Anaya en 2018: los gobernadores que, abierta o silenciosamente se opongan a su postulación, pueden sabotear al Frente y a su candidato. Por eso, cualquier escenario de una alianza PAN-PRD-MC competitiva y fuerte por la presidencia pasa obligadamente por un “pacto” o gran acuerdo entre el líder panista y los gobernadores. Sin ese entendimiento y apoyo Anaya sería un candidato débil –si llega a serlo— y el FCM estaría condenado al tercer lugar de la elección presidencial el próximo año.
Y ahí entra el segundo gran obstáculo a la candidatura automática y por consenso que pretende el “joven maravilla”. El encuentro del viernes pasado, en un restaurante de Polanco, confirmó el surgimiento del grupo que ya bautizan como el TUCA (Todos Unidos contra Anaya) y que formado por Miguel Angel Mancera, Rafael Moreno Valle y la independiente Margarita Zavala, evoca inevitablemente aquel TUCOM en el que cinco aspirantes priistas –Arturo Montiel, Enrique Martínez, Enrique Jackson, Tomás Yarrington y Manuel Angel Núñez Soto— se unieron para enfrentar a Roberto Madrazo –también dirigente y aspirante en 2006– y evitar su imposición.
Sobra recordar que aquel TUCOM no logró su objetivo y su lucha, efímera y mediática, terminó abruptamente cuando una filtración, con todo el sello madracista, exhibió la inmensa riqueza de Arturo Montiel, electo candidato de los Tucomes. Eso no evitó que a la postre ese grupo fuera causante de la estrepitosa derrota de Roberto Madrazo que por primera vez mandó al PRI al tercer lugar de una elección presidencial; sus gobernadores y políticos pactaron con Elba Esther Gordillo para movilizar sus estructuras estatales a favor de Felipe Calderón, luego de que varios de ellos intentaron acercarse a López Obrador pero éste los despreció.
La pregunta es si el TUCA, con Mancera, Moreno Valle y Zavala ya como testigo y presión externa, exigiendo elección abierta y rechazando la “imposición”, terminarán también sin poder evitar que Anaya sea candidato; pero igual podrían ser los promotores de un sabotaje o de una campaña de “brazos caídos” para un candidato autoimpuesto en el Frente ¿Se repetirá la historia?
NOTAS INDISCRETAS…Por cierto que la reunión “de café” del viernes por la tarde en el Balmoral, se armó durante un desayuno ese mismo día en la oficina del jefe de Gobierno de la CDMX. La idea fue de Moreno Valle, quien desayunaba con Mancera y luego éste llamó por teléfono a Margarita. Lo demás fue filtrar a algunos medios y periodistas el lugar y la hora del encuentro y “tarannnn” había nacido el TUCA…Los dados mandan Serpiente. Mal pinta la semana.