Emulando a su tutor político, como siempre lo hace, la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum se organizó ayer un “informe” con motivo del tercer aniversario de que asumió el cargo. Si López Obrador lleva ya 12 “informes” con todo y eventos de proselitismo, la mandataria capitalina cumplió ayer su décimo “informe” con un evento político en el Palacio de Minería que terminó conviriténdose, a querer o no, en otro acto aparente de campaña, por la presencia de integrantes del gabinete federal e invitados especiales que acudieron a respaldarla.
El poder femenino del gabinete lopezobradorista se hizo presente con Rocío Nahle, Luisa María Alcalde, Rosa Icela Rodríguez, Delfina Gómez, todas ellas invitadas por la Jefa de Gobierno; también asistió el rector de la UNAM, Enrique Graue, a pesar de las críticas que Sheinbaum hizo a la Universidad en coro con los ataques del presidente; y el director del Instituto Polítecnico Nacional, Arturo Reyes Sandoval, entre otros invitados especiales que llenaron el patio principal del edificio neoclásico y a cuya presentación la Jefa de Gobierno dedicó 5 minutos de su mensaje para mencionarlos uno a uno, para después recibir ella una ovación de 1 minuto.
Esta vez no hubo gritos de ¡Presidenta!, ¡presidenta!, pero sí muchos aplausos de las porras que la esperaban afuera del recinto y adentro presencias que denotan el imán y la fuerza que ya ejerce el halo de “favorita presidencial” que rodea a la doctora Sheinbaum. Ella bien peinada y maquillada, con la imagen de presidenciable que le diseñaron sus asesores, enfundada en un traje sastre negro y una blusa roja, se plantó ante el podium instalado para su mensaje y con la leyenda en la espalda de: “Ciudad Innovadora y de Derechos”, leyó por poco menos de 45 minutos un discurso en donde hizo un balance de su administración justo a la mitad del sexenio para el que fue electa.
Con cifras y datos de sus programas, mucho autoelogio y prácticamente cero autocrítica, Sheinbaum habló del combate a la pandemia de Covid19 como uno de sus principales logros en la CDMX; habló de la vacunación y destacó como un logro que “en la ciudad no se ha multado a nadie por no usar cubrebocas ni hubo toques de queda”. Mencionó también como logro la reducción de los delitos de alto impacto en la ciudad y descenso también en los feminicidos. Habló de “avances sustanciales” en el mejoramiento del transporte público y una vez más, como ya lo había hecho ella y lo hicieron antes varios jefes de Gobierno y ex regentes de la CDMX, prometió que, ahora sí, “en 2023 sustituiremos todos los microbuses”.
Sheinbaum lucía radiante, con una sonrisa que antes no se le veía mucho pero que desde hace unos meses, que empezó a promover más su imagen de presidenciable, es constante y permanente. Y así, entre detalles de sus programas y promesas de ir directamente a las alcaldías de la ciudad para resolver problemas históricos y estructurales como el abasto de agua o la calidad de los servicios públicos, la Jefa soltó sus dardos políticos: “Se acabó la frivolidad como forma de gobierno”, dijo en clara alusión a la administración de su antecesor Miguel Angel Mancera a quien ha vuelto el principal objetivo de su lucha contra la corrupción en la ciudad.
Apenas hace una semana las autoridades de la Fiscalía General de Justicia de la CDMX detuvieron a Julio César Serna, uno de los hombres y amigos más cercanos a Mancera y que junto con su hermano Luis formaron el grupo de más poder en la anterior administración. Y al primero de los Serna en pisar la cárcel, pero también a más de 10 ex funcionarios manceristas que siguen en la mira y contra los que hay investigaciones y ordenes de aprehensión, pareció dedicarles este mensaje: “Acabamos con la corrupción que llevó al desorden inmobiliario durante el sexenio anterior”.
Al final del evento, cerca de las 6 de la tarde y tras ser ovacionada por sus invitados, la Jefa de Gobierno salió triunfal por la puerta principal del edificio diseñado por Manuel Tolsá. Se le veía radiante, sonriente, segura de haber sumado puntos a su precampaña simulada por la Presidencia. Los gritos y aplausos de sus seguidores que llegaron –o los llevaron—hasta la calle de Tacuba le ampliaron aún más la sonrisa que desde muy temprano debió de haber tenido ante las encuestas de aceptación que hablaban de un “repunte” de su imagen que se recuperó después de la caída que tuvo por el derrumbe de la Linea 12 y subió de 53% a 65% en los sondeos publicados.
Tal vez a los capitalinos no les aporte nada ni les resuelva sus problemas cotidianos un informe más como el que ayer dio la Jefa de Gobierno, pero para ella fue sin duda un evento que le sumó en sus aspiraciones y que fue transmitido y reseñado en vivo por varias televisoras que ya quieren quedar bien con la que pudiera ser la candidata presidencial de Morena. Y que bien que Sheinbaum sume puntos, pero que mal que lo haga a costas de un cargo tan delicado que no debiera admitir distracciones.
Para nadie es ya un secreto que la gobernante de la ciudad más grande y complicada del país está en campaña y que va hacer de todo para subir en su imagen y en sus niveles de conocimiento para llegar a una altura de candidata presidencial que aún no alcanza. Todo con la complascencia del presidente que la sigue promoviendo y presentando como una “muy buena gobernante”. Pero eso al final no lo decide López Obrador sino los capitalinos y si Claudia Sheinbaum no quiere que un día despertarse con una ciudad en caos –ya sea por algo natural o inducido por sus adversarios políticos– tendrá que estar muy atenta y ser cuidadosa en la encrucijada y entre dos figuras en las que se está moviendo: entre candidata y gobernante, una combinación que casi nunca resulta afortunada.