Y tú qué prefieres ¿correr solo o acompañado? Desde su misma naturaleza, correr implica una gran contradicción: por un lado, el atleta o corredor puede ser uno de los deportistas más solitarios del mundo, porque no necesita de un equipo para llevar al cabo esta actividad que tanto le gusta; pero que al mismo tiempo requiere de la colectividad, de lo social, para compartir emociones y experiencias con personas que tienen su misma afición, con quienes entiendan lo que para otros puede ser locura.
Ser corredor solitario tiene sus ventajas: la libertad de no depender de nadie para salir a correr, de escoger el recorrido, el terreno y los kilómetros que quieras entrenar; tomarte un tiempo para ti, para pensar en tus cosas o simplemente para desconectarte y correr tranquilo sin que nadie te obligue a bajar o a incrementar los ritmos de tu carrera. Las deventajas de hacerlo en soledad pueden ser que sientas la tentación de parar cuando te canses, te aburras o te estanques al no tener quién te motive a mejorar tus tiempos.
Quien corre o ha corrido solo, seguro ha experimentado lo que llaman, la “soledad del corredor de fondo”, un estado mental al que se llega cuando la zancada comienza a ser regular y entra en sincronía con la respiración y la mente, es entonces cuando los pensamientos fluyen y se produce la magia: por más kilómetros que lleves a cuestas sientes como si acabaras de empezar, los kilómetros se hacen más cortos, la fatiga es menor, todo desaparece alrededor y por un instante en la pista sólo existes tu, tus pensamientos y tu mente.
Aunque hubiera miles de participantes a tu alrededor en una carrera, en “la soledad del corredor de fondo” no puedes engañarte ni hacer trampas porque la lucha es contra ti mismo y tus propias marcas, y tienes que confiar en tus fuerzas y protegerte, en el silencio, del acecho constante de los pensamientos negativos.
No significa que dejes de disfrutar la compañía de los demás; pero será hasta terminar la carrera cuando puedas volver a compartir con tu grupo o tus amigos. Después de cruzar la meta, vuelves a sentir el espíritu de grupo y la necesidad de compartir con otros lo que has logrado; las redes sociales están plagadas de corredores que publican e intercambian información y tips sobre sus experiencias, planes de entrenamiento o alimentación, en mensajes que, resumidos en dos palabras, dirían: sudor y esfuerzo.
Así que solo o acompañado, depende de cada quién, de su gusto y sus necesidades; siempre el esfuerzo compartido es más llevadero y pertenecer a un grupo de corredores es compartir con gente que entendemos y nos entienden, pero correr en soledad nos ayuda a llegar al fondo de nosotros mismos, a meditar en una soledad buscada y finalmente encontrada.