Para muchos corredores, la parte más difícil del entrenamiento para un maratón no son las primeras semanas, ni la dedicación y disciplina que se necesita para levantarte temprano toda la semana para hacer cuestas o fondos, ir al gimnasio o cuidar la alimentación. Lo más complicado, consideran, son las tres semanas previas a la gran carrera, cuando estás en el tan temido taper madness.
¿Qué es y por qué es tan complicada esta etapa del entrenamiento? El taper es la reducción gradual de kilómetros durante las últimas semanas de entrenamiento de maratón.
El propósito es que el cuerpo se recupere para que llegue en las mejores condiciones al día de la carrera. Sin embargo, también es un periodo en el que se genera mucha ansiedad en los corredores.
En alguien que está acostumbrado a exigirse el máximo esfuerzo todos los días, durante meses, el hecho que de pronto tenga que correr menos y descansar más provoca un estado de ansiedad, hay quienes lo comparan con el síndrome de abstinencia. Algunos síntomas van desde el nerviosismo, el mal genio, y hasta la depresión.
No todos lo experimentan de la misma manera o con la misma combinación de sensaciones, pero es común que surjan dudas, incertidumbre, y hasta pánico. Si has corrido un maratón sabes exactamente de lo que hablo, a mí, casi siempre
me sucede.
Durante esas dos semanas previas se presentaron problemas para dormir. Cualquier dolor o punzada en las articulaciones nos alarma; un estornudo ya es gripe, alergia o, incluso, Covid-19, nos convertimos en hipocondríacos.
Cuando buscamos conciliar el sueño, nos imaginamos escenarios catastróficos para el día de la carrera: que nos da diarrea, que un calambre nos paraliza, olvidar nuestro folio. Nos estresamos por el clima, por si nos deshidratamos o qué haremos si una ampolla nos impide correr, y después de estar pensando tantas cosas horribles, nos preocupamos por no estar durmiendo, porque eso también afectará nuestra carrera.
Luego de correr mi primer maratón, esperaba que todo esto fuera parte de la inexperiencia, pero no fue así. Todavía me siento nerviosa y pienso que me pasará lo peor semanas antes de cualquier carrera, pero, al menos con el tiempo se van aprendiendo trucos para evitar ser presa del pánico.
Lo mejor es confiar en el entrenamiento realizado y controlar lo que podamos, incluida, la hidratación, la nutrición y el sueño, tanto como sea posible.
Ayuda mucho pensar en los buenos entrenamientos realizados durante semanas, y en que nuestro cuerpo es más fuerte que cuando empezamos. El descanso, la recuperación y la carga de carbohidratos deben tener prioridad, pero también el trabajo de preparación mental es indispensable para lo que está por venir. Finalmente corremos para divertirnos.
Hemos hecho lo que teníamos que hacer, si no sale como queremos, tampoco será el fin del mundo.
POR ROSSANA AYALA
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