Correr en Puerto Iguazú, Argentina, y pararte en el punto exacto donde convergen las fronteras de este país, Paraguay y Brasil te hace ver y sentir que la naturaleza se empeña en demostrar que las fronteras las hace el hombre, porque la tierra es una sola.
Los ríos Paraná e Iguazú confluyen en esta región, con sus abundantes caudales y su vegetación exuberante, para unir a las tres naciones. Desde el mirador del lado argentino se pueden observar las costas de Brasil y Paraguay, con el verde selvático que se extiende por toda la orilla de los ríos.
En cada frontera hay un obelisco pintado con los colores nacionales de Argentina, Brasil y Paraguay. También se logra observar el puente Tancredo Neves, que conecta a la ciudad argentina de Puerto Iguazú con su vecina brasileña Foz do Iguazú. Son pocos los lugares en el mundo desde donde se puede apreciar la unión de tres países. Otra frontera tripartita es la de Alemania, Holanda y Bélgica.
Mientras corres por la avenida Tres Fronteras, disfrutas de la hermosa vista del río Paraná, más adelante, esta ondulada avenida te lleva al centro de Iguazú, en donde vale la pena probar las típicas picadas, raciones de embutidos, queso, palmitos, huevos de codorniz cocidos y aceitunas servidas en bandejas de madera. Es en este pueblo en donde viajeros de todo el mundo se reúnen para tener acceso a uno de los espectáculos y maravillas naturales más asombrosos y fascinan- tes: las cataratas de Iguazú, en donde el agua se muestra imponente y majestuosa en sus varias caídas naturales.
Las cataratas del Iguazú fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984, y una de las 7 maravillas naturales del mundo en 2011, y es sin duda uno de los lugares más reconocidos por su belleza en Latinoamérica.
El Parque Nacional Iguazú, además de albergar como tesoro a las cataratas, es una reserva natural selvática de 67 mil 620 héctareas, en donde te puedes topar con cientos de mariposas, aves tropicales, monos, los ladrones coatíes, y se registran poblaciones del famoso Yaguareté, el jaguar sudamericano asediado por ganaderos y terratenientes, y actualmente en peligro de extinción.
El parque, tanto del lado argentino como del brasileño, tiene varios kilómetros de sendas y pasarelas peatonales. Es una enorme reserva ecológica que intenta ser rescatada de la depredación que sufrió por varias décadas. Y mientras es notorio el afán conservacionista de los gobiernos y habitantes de Brasil y Argentina, es triste ver que del lado de Paraguay, el desordenado crecimiento de la Ciudad del Este ha arrasado con la selva que hoy es concreto y edificios.
Correr dentro del Parque Nacional y escuchar el canto de los pájaros, la belleza del paisaje y sentir la tierra que vibra con el estruendo de las cataratas debe ser una experiencia fascinante. Sin embargo, sólo es posible hacerlo una vez año, en agosto, cuando se lleva a cabo el Medio Maratón de Iguazú, que puede ser el pretexto perfecto para ir a conocer esta maravilla de la naturaleza sudamericana.