Sí, cuesta tomar la decisión de dejar la comodidad de la cama, de las series de televisión y levantarse para empezar a ponerse en forma.
Incluso, si ya venciste la flojera y pudiste abrir un tiempo para activar tu cuerpo, cuan- do intentas trotar y sientes que el corazón se te sale por la boca, viene otro dilema: “¿Correr? ¡Qué horror, no puedo, mi cuerpo no está hecho para esto!”
Si no estás acostumbrado a ejercitarte y no sabes cómo empezar, caminar es una gran manera de ponerse en forma. Es fácil despertar a tu cuerpo con una caminata, ya sea en el parque o en el gimnasio, porque es algo que la mayoría hacemos todos los días.
Y es que la actividad física no tiene por qué ser ni dolorosa ni compleja. Una caminata diaria a paso ligero nos puede ayudar a vivir una vida más saludable. Se ha demostrado que caminar baja la presión arterial y el colesterol, alivia el estrés y la depresión.
Puede ayudar a perder peso y reducir el riesgo de enfermedades del corazón y la demencia. Para que caminar sea un ejercicio más efectivo, empieza por medir cuánto caminas por día, puedes usar un podómetro o un reloj para determinar cuántos minutos caminas o cuántos pasos das.
A partir de eso, puedes iniciar un plan aumentando el tiempo y la distancia, a me- dida que mejora tu condición física. Un buen objetivo es caminar por lo menos 30 minutos de 3 a 5 veces por semana, al principio, a un ritmo cómo- do, mirando hacia delante, con la espalda derecha y la cabeza erguida.
Tu pie debe caer sobre el talón y pisar hacia adelante hasta el metatarzo y finalmente empujar con tus dedos del pie. Usa tenis específicos para caminar y ropa adecuada para el clima, nada de fajas o ropa plástica, que sólo deshidratan.
Si lo haces en exterior, empieza en superficies planas y cambia de terreno, a pasto o tierra, ya que caminar mucho sobre en pavimento provoca dolor en tobillos y rodillas.
Si ya dominaste una rutina de caminata puedes aumen- tar la velocidad durante lapsos cortos para acelerar el rit- mo cardíaco. Después camina más rápido y más lejos, para luego incluir algunas cuestas al entrenamiento.
Cambiar tus rutinas, caminar con un amigo o familiar y escuchar música puede hacer más agradable la caminata. Cuando ya te sientas cómodo caminando y tus ritmos y distancia sean de 5 kilometros diarios, estás listo para intentar el trote; primero lento y por distancias cortas, de 100 a 200 metros, con descansos entre una y otra.
Si después de eso te sientes en condición, estás listo para completar tu primer kilometro trotando. Y una vez que lo logres, ya puedes empezar a correr.
Claro que siempre tendrás la opción y la decisión de se- guir caminando, si tu sientes que la experiencia de correr no es para ti.
Eso sí, disfruta cada paso, sin prisas, ni zancadas largas, sintiéndo el placer, tan simple y tan humano, de andar y andar el camino.