Lo primero que impresiona de ver de nuevo a Omar García Harfuch, después del brutal atentado en el que intentaron matarlo, es la fuerza y determinación con la que el secretario de Seguridad Ciudadana de la CDMX se acomoda con dificultad en la silla, por las secuelas de una pierna y un brazo lastimados, y dice: “Se que estoy vivo por un milagro y por mis dos amigos que me protegieron y dieron la vida por mí, pero a los que me mandaron a un ejército para matarme, les digo sin ningún miedo: aquí estoy recuperándome y seguiré haciendo mi trabajo contra los criminales cobardes. No me asustan sus armas y los seguiremos golpeando con la ley en la mano”.
En una de las oficinas alternas que ahora utiliza, con seguridad reforzada tras el ataque del Cártel Jalisco Nueva Generación en su contra, García Harfuch aparece como un auténtico sobreviviente. Trae el brazo sostenido por una férula especial y tornillos y fierros que lo mantienen firme tras dos complicadas operaciones en el codo y la mano que quedaron destrozados por el alto calibre de las balas que le dispararon aquella mañana del viernes 26 de junio. Camina con dificultad apoyándose en la pierna derecha porque la izquierda aún se ve debilitada tras al agujero que le dejaron en la rodilla los disparos y la reconstrucción de que fue objeto en una complicada cirugía. Viene saliendo de una terapia de rehabilitación y se prepara para la que será la presentación oficial de su regreso a la actividad acompañado de la Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, en una conferencia que es a la vez el medio y el mensaje: después de un mes y medio de recuperación, el “revenant” mexicano está de regreso y no piensa renunciar a su cargo ni a su labor de perseguir criminales.
Hubo en el gobierno federal quien, tras el atentado, llegó a sugerir mandarlo a una embajada o consulado como una forma de protegerlo, pero el mismo secretario de Seguridad capitalino rechaza la idea: “No me pienso ir a ningún lado por qué eso significaría que me rendí. Aquí seguiré haciendo mi trabajo y que les quede muy claro que no bajaremos el ritmo ni la guardia en el combate a la delincuencia en la ciudad”, dice el funcionario mientras narra detalles de aquella mañana en la que él y sus dos escoltas fueron emboscados y atacados en pleno Paseo de a Reforma, en el corazón de la República, hasta donde vinieron los sicarios de Nemesio Oseguera Cervantes “El Mencho” a tratar de eliminarlo en venganza por los golpes que le dio a su organización y a la detención y extradición de su hijo, Rubén Oseguera, cuando García Harfuch estuvo al frente de la Agencia de Investigación Criminal de la Fiscalía General de la República.
Aquella mañana, recuerda, cuando bajaba de su casa hacia el Zócalo capitalino para asistir a la reunión diaria de seguridad, alcanzó a ver como lentamente un camión de redilas se atravesaba sobre el Paseo de la Reforma para cerrarles el paso justo a las 6:38 de la mañana. Antes de que pudieran reaccionar, sintieron el impacto de un primer disparo de una Barret que impactó el cristal de la camioneta suburban donde viajaban. Tras la sacudida que provocó el fusil calibre 50, capaz de penetrar concreto, blindaje de nivel 8 y hasta de derribar un helicóptero, vino una lluvia de disparos en todas las direcciones. Fueron segundos, dice el secretario, y su primer reflejo fue sacar una pistola que llevaba en la guantera y comenzar a disparar desde adentro, mientras le gritaba a Edgar G. “Pipo” su escolta y chofer: “!Mete reversa!”, pero cuando el conductor y guardia lo intentó la camioneta ya no respondió porque había sido inhabilitada por las balas. Cuando se lanzó al asiento de atrás ya llevaba un balazo en la mano que ni siquiera sintió; buscaba un rifle que traía escondido en la parte trasera para seguir respondiendo al ataque, mientras su otro guardia y jefe de Escoltas, Rafael O. hacía la primer llamada de auxilio por el radio: “Ayuda, ayuda, nos están atacando”, decía en una frecuencia especial de la policía que no sabían si estaba funcionando.
Desde la parte trasera Omar García escuchó como Rafa, el jefe de escoltas que lo había acompañado y cuidado por varios años, emitía un quejido ahogado al sentir en su cuerpo los disparos, aunque como buen policía nunca dejó de disparar contra los sicarios, mientras que “Pipo”, se había quedado inmóvil. El secretario sintió entonces un disparo primero en el codo y luego en la pierna, el dolor fue tan fuerte que le impidió seguir disparando y se acurrucó en el piso del vehículo que ya para entonces había sido totalmente penetrado por la lluvia de balas de muy alto calibre que hicieron pedazos el blindaje nivel 7. Cuando llegó la ayuda de la policía capitalina y los sicarios comandados por José Armando Briseño Santos “La Vaca” huyeron, los primeros policías que pudieron llegar a la Suburban abrieron la puerta para ver si el secretario seguía con vida. Cuando lo sacaban los paramédicos para subirlo a la ambulancia alcanzó a ver a Rafa, que estaba inmóvil y con la cabeza agachada. “Estás bien Rafa, Rada”, preguntó sin recibir respuesta. “A Pipo lo ví ya inmóvil pero aún respirando, me duele no haberle dicho algo, haberme al menos despedido”. Cada uno de los dos guardias tenía entre 30 y 40 balas y miembros de su cuerpo destrozados. Hoy, el secretario se ha reunido con las dos familias, esposas e hijos y les ha ofrecido apoyos económicos para apoyarlos en su pérdida.
En la breve plática previa Omar García aparece en ropa deportiva, tras una sesión de rehabilitación que, confiesa, es difícil y dolorosa, y en la que intenta recuperar plenamente la movilidad del brazo y la pierna lesionadas por las balas. No hay ningún asomo de duda o miedo en su expresión y se reitera en condiciones de continuar el trabajo para abatir los delitos y la violencia del narcotráfico en la CDMX donde, reconoce, el Cártel Jalisco Nueva Generación se ha propuesto controlar a la capital de la República. Minutos más tarde aparecerá junto a la Jefa de Gobierno ya en traje gris y corbata oscura, en la videoconferencia en la que hablará ante las cámaras para dejar constancia de dos cosas: que tras sobrevivir al ataque que le mandaron con armas de muy alto poder y asesinos a sueldo que iban a fulminarlo es, auténticamente, un renacido; y que a pesar de la experiencia dolorosa para él y mortal para sus dos amigos y para una mujer inocente, el jefe policíaco García Harfuch está de vuelta y es el vivo ejemplo de aquella frase que dice que “lo que no te mata te fortalece”.
NOTAS INDISCRETAS…Tal como se presentó en su primera audiencia remota y privada, sin tener que pisar el reclusorio por sus acuerdos con la FGR, Emilio Lozoya Austin dice que fue una “pobre víctima” de sus jefes superiores que lo “presionaron, intimidaron e instrumentalizaron” para que cometiera uno de los más atroces saqueos y en la larga historia de saqueos que tiene Pemex. Cuando Lozoya dice que lo usaron como “instrumento” y ofrece que dará pruebas de los personajes que lo utilizaron, se refiere sin duda al ex presidente Peña Nieto, a Luis Videgaray y a los integrantes del Consejo de Administración de Pemex que fueron los que ordenaron y autorizaron la compra de la Planta de Agronitrogenados a Alonso Ancira, el dueño de Altos Hornos de México. Y aunque el ex director de Pemex aun no mencionó nombres en la audiencia de ayer, es claro que se los dará a la Fiscalía, a la que ayer ya le pidió abiertamente acogerse al beneficio del “criterio de oportunidad” y ser considerado como “testigo colaborador” por la valía de la información y las pruebas que dice va a entregar para señalar a sus cómplices en la corrupción de Pemex. Hoy habrá una nueva audiencia pero ahora será sobre el caso Odebrecht y los sobornos millonarios que recibió Lozoya y que se destinaron a la campaña de Peña Nieto y al pago de sobornos a cambio de votos para la Reforma Energética. Y es casi seguro que, otra vez, el ex consentido de Peña vuelva a escupir para arriba y a decir que él solo siguió órdenes e instrucciones. A este paso, además de testigo colaborador, Emilio Lozoya terminará siendo declarado “víctima” y “héroe patriótico” por la 4T…Se detienen los dados. Serpiente. Caída.