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jueves, octubre 10, 2024

VIENTOS DE GUERRA EN EL PRI

Con la decisión del dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, de cortar el diálogo con los ex dirigentes de su partido que le exigían apertura, inclusión y que reflexionara sobre sus malos resultados electorales y sobre la grave crisis política que vive el viejo partido, queda muy claro que la profunda división interna que vive el priismo no se va a resolver en lo inmediato y que, en la medida que los grupos priistas no se pongan de acuerdo, se afectará no sólo a la supervivencia de ese partido, sino al futuro de la Alianza Va por México con el PAN y el PRD.

Porque la disputa interna en el PRI, que afloró con el rompimiento que ayer hizó público el dirigente nacional Alito Moreno, no se trata sólo de una lucha por el control del otrora poderoso partido ni se refiere únicamente al control de la estructura paritidista y territorial, sino al interés por administrar lo que queda del viejo partido ya no en este momento ni en la coyuntura actual, sino con miras a la sucesión presidencial del 2024. Lo que está a punto de provocar una guerra civil en el PRI, es la definición de cuálo de los grupos internos decidirá las candidaturas no sólo a la Presidencia de la República, sino a la Cámara de Diputados y al Senado dentro de dos años, y quién debe negociar con la Alianza Va por México las definiciones que se tomarán para la próxima elección presidencial.

Alejandro Moreno volvió a confirmar ayer, al negarse a dar continuidad a sus reuniones con los ex dirigentes nacionales del PRI, que no es un político de palabra y que no respeta los códigos tradicionales de la política priista. Porque al sentirse acorralado por los grupos internos de su partido, que le pidieron primero reflexionar su renuncia y, ante su compromiso de terminar su presidencia en agosto de 2023 y de no buscar la candidatura presidencial del priismo, optó por no dialogar más con ellos ni escuchar sus planteamientos, remitiéndolos al Consejo Político Nacional, el órgano interno donde él tiene el control absoluto y en donde no prosperará ninguna propuesta de la disidencia interna que no tenga su val y su consentimiento.

A los ex presidentes del PRI que en la pasada reunión del 14 de junio en la sede nacional priista, optaron por creerle a Alejandro Moreno y por pedirle solamente una mayor apertura e inclusión en el partido, ayer les quedo claro que quien dirige su partido no está dispuesto a ceder el poder ni a permitir que otros grupos distintos al suyo controlen la vida y los órganos internos del partido, con lo que los orilla a busca otro tipo de métodos para tratar de resolver la crisis interna que hoy vive el partido tricolor tras las estridentes derrotas que ha sufrido en 20 de las 21 elecciones estatales que ha enfrentado en los últimos tres años, durante la actual dirigencia nacional partidista.

El problema para el PRI es que, en medio del desgaste al que se encuentra expuesto el actual dirigente nacional, las definiciones políticas que tendrán que tomarse en los próximos meses resultan, literalmente de vida o muerte para el viejo partido. Por ejemplo, la decisión de quién será la candidata o candidato de la Alianza Va Por México a la gubernatura del Estado de México resulta vital para la supervivencia del priismo. Y aunque en la pasada reunión con los ex dirigentes Alito Moreno se comprometió a que el CEN priista no intentaría imponer un candiato y que respetaría la opinión del gobernador mexiquense Alfredo del Mazo, además de negociar con el PAN que el candidato en el Edomex tenía que ser forzosamente un priista, hoy no está claro si el atrincherado líder priista cumplirá o no su palabra cuando llegue el momento de las definiciones en la entidad mexiqense.

Otro de los acuerdos que más preocupan al bloque de los ex dirigentes, es el compromiso que hizo Alito, sobre que no buscaría ser candidato a la Presidencia de la República y que iba a terminar su presidencia en agosto de 2023, justo antes de que comience el proceso electoral federal de 2024. Es decir, que de palabra, Moreno Cárdenas se comprometió aquel martes 14 de junio, a que él ya no estaría al frente del PRI cuando iniciará el proceso electoral federal de 2024 y por lo tanto no sería él y su grupo quien decidierán y definierán las listas de candidatos para los comicios de ese año, empezando por la Presidencia y siguiendo por los diputados y senadores que se elegirán en julio de 2024.

Esa es la parte que más preocupa en este momento al grupo de los ex presidentes del PRI que ayer firmaron una nueva carta pública en la que le pedían al lider de su partido volver a reunirse para acordar los términos de una “inclusión y renovación” de los órganos internos del partido. El temor es que Alito Moreno, que ya demostró que no tiene palabra al haber tracionado y exhibido públicamente a su compadre Manuel Velasco, tampoco cumpla su promesa de dejar la presidencia del PRI en agosto de 2023 y, utilizando el control absoluto que tiene de los órganos internos, como el Consejo Político Nacional, se autoapruebe una extensión de mandato hasta la elección presidencial de 2024.

De llegar a ocurrir eso, entonces sí ardería el PRI. Y al final, en esa guerra civil hoy contenida pero ya declarada, entre el grupo de Alejandro Moreno que hoy controla al viejo partido, y los ex dirigentes y líderes que pertenecen a corrientes como el salinismo y el peñismo, lo único seguro es que, si se termina de desfondar el PRI, también se llevará con él a la Alianza Va Por México.

 La fragmentación de la coalición opositora no es una buena noticia para la competencia democrática en este país y al único que beneficiaría sería al presidente López Obrador y a su proyecto de continuidad en el poder. Porque sin el PRI, difícilmente una alianza entre el PAN y el PRD resultaría competitiva y en el 2024, estaríamos asistiendo al triunfo inevitable de Morena que, salvo que se registrara una rutpura interna con un candidato como Marcelo Ebrard, postulado por partidos de la oposición en las próximas elecciones presidenciales, no habría manera de evitar que el lopezobraorismo se siguiera en el poder al menos por seis años más.

Los dados mandan Serpiente. Semana díficil y complicada.

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