El primer aviso se lo mandaron a través del GIEI: el 24 de agosto pasado, dos
días después de que Alejandro Encinas presentó su Informe sobre el caso
Ayotzinapa, el grupo de expertos internacionales declararon que no podían
validar la autenticidad y veracidad de las pruebas de las nuevas investigaciones
porque no tenían acceso al expediente. Luego, como segundo aviso vinieron
las manifestaciones violentas contra instalaciones públicas militares y
diplomáticas, para finalmente, en los discursos del octavo aniversario de la
desaparición y muerte de sus hijos, en pleno Zócalo y frente a Palacio Nacional,
reclamar que este gobierno no les ha dado ni verdad ni justicia.
El tercer aviso llegó en dos entregas: primero el viernes pasado con el reportaje
del diario The New York Times, que ponía en duda la autenticidad de las
pruebas presentadas por Alejandro Encinas, y luego el lunes de esta semana
con la conferencia de los expertos del GIEI, que confirmaron lo dicho por el
diario estadounidense y dijeron que no hay certeza sobre la veracidad de las
capturas de pantalla y los mensajes de WhatsApp en los que el subsecretario y
titular de la Comisión de la Verdad se basó para hacer su nueva narración de
los hechos del 26 y 27 de septiembre de 2014.
Y finalmente este martes, los padres de los 43 normalistas que siempre
estuvieron detrás del GIEI, rompieron el silencio y en declaraciones a EL
UNIVERSAL lo dijeron sin cortapisas: “Lo mismo que hizo el gobierno de Peña
Nieto, es lo mismo que querían hacer ellos (el gobierno de AMLO): engañarnos
con puras mentiras”.
Hoy, a dos meses de que se presentara el Informe Encinas, y cuando crecen los
cuestionamientos sobre la seriedad y veracidad de las nuevas investigaciones
que realizó este gobierno, cada vez se ve más claro que los padres de los 43
normalistas no están de acuerdo con la nueva versión del gobierno de López
Obrador, con la que se intentó sepultar la “verdad histórica” del peñismo y de
Jesús Murillo Karam. Vaya, ni siquiera la captura y encarcelamiento del
exprocurador general ha convencido a los papás de los estudiantes desaparecidos de que realmente “se está haciendo justicia”, como afirma el Presidente, y de que se les esté diciendo la verdad que les prometió el ahora mandatario, desde que estaba en campaña por la Presidencia.
Los mensajes que le han estado mandando a López Obrador los padres de los
43 normalistas son bastante claros y directos: no les convence la investigación
de Encinas y no ven en la forma en que se integraron los nuevos expedientes y
las nuevas órdenes de aprehensión (“con prisas y a la carrera por presiones
políticas”, han dicho) ningún avance concreto y real para llegar a la promesa
que les hizo el Presidente de que tendrían “verdad y justicia”, y que les darían a
conocer el destino y paradero final de sus hijos, así como el castigo a los
verdaderos responsables.
Todavía este martes, ante los cuestionamientos que hicieron públicos los
expertos del GIEI, en este caso voceros de los padres, el presidente López
Obrador defendió con todo al subsecretario de Gobernación: “Le tenemos toda
la confianza a Alejandro Encinas, es un hombre íntegro, recto, incapaz de
falsear información y se tienen todos los elementos para sostener la
investigación y se van a seguir haciendo averiguaciones y se va a ir
consolidando, fortaleciendo esta investigación y se va a hacer justicia”, dijo el
Presidente.
El problema, aunque el Presidente se niegue a reconocerlo, es que las nuevas
investigaciones de su gobierno han entrado en crisis ante la falta de
contundencia y solidez de las pruebas presentadas en el informe de Encinas. Si
a eso se le suma el desastre interno que le estalló a López Obrador con la
rebelión del fiscal especial del caso Ayotzinapa, Omar Gómez Trejo, que se les
adelantó a solicitar 21 órdenes de aprehensión en contra de militares y luego
tuvieron que pedirle a la Fiscalía General de la República que se desistiera de
16 de esas órdenes ya giradas, que fueron anuladas por el juez, en un hecho
inédito y violatorio de la Constitución y las leyes, está claro que ni aún con las
buenas intenciones de este gobierno, ni con el entusiasmo del Presidente, sus
indagatorias del caso Ayotzinapa lograrán llegar a buen puerto.
Porque sin el aval de los padres de los 43 normalistas, que claramente ya se
han deslindado de la investigación de Encinas y que estarían a punto de
romper con el gobierno de López Obrador, al que ya se atreven a comparar
con Peña Nieto, porque consideran que les mintió también al prometerles la
verdad y la justicia, no habrá ninguna indagatoria, detención u orden de
aprehensión que valga en este gobierno para sentir que ya resolvieron un caso
que seguirá abierto y, como ha sido hasta ahora, seguirá siendo bandera,
consigna y hasta fuente de financiamiento para los grupos que hicieron de los
43 una demanda legítima de justicia, pero también un filón político e
ideológico claramente redituable.
NOTAS INDISCRETAS…
Ana Lilia Herrera nos dijo este martes que no se irá del PRI. “Soy priista, lo he
sido toda mi vida y no dejaré de serlo”, dijo la diputada que contendió por la
candidatura priista y perdió en las encuestas ante Alejandra del Moral. Le
preguntamos si reconocerá a Del Moral como candidata y se sentará con ella y
la respuesta de la priista mexiquense fue seca y breve: “En su momento lo
haré”. Y mientras Herrera Anzaldo estira la liga y busca encarecer una
negociación política, sus cercanos insisten en que sí ha tenido pláticas con
Movimiento Ciudadano, concretamente con Dante Delgado, para pensar en
una candidatura emecista. Incluso, la diputada priista también buscó a las dirigencias del PAN y el PRD. El problema es que tanto Marko Cortés, como Jesús Zambrano y sobre todo
Dante Delgado, tienen acuerdos ya establecidos con el gobernador Alfredo del
Mazo y pensar en una postulación de Ana Lilia Herrera sería romper esos
acuerdos. Por lo pronto, en Toluca y en el equipo de Alejandra del Moral sí hay
preocupación ante el juego de Ana Lilia, porque la tarde del pasado 20 de
octubre, cuando se reunieron en el edificio del PRI mexiquense todos los
aspirantes priistas para que les presentaran las encuestas y ahí se les aviso que
la mejor posicionada era Alejandra, Herrera como el resto aceptaron el
resultado y, al término de esa reunión, la ya virtual candidata le dijo a la
diputada que quería reunirse con ella en privado. “Sí, solo déjame ir a hablar
con mi gente, que me está esperando afuera y regreso para que platiquemos”.
Y efectivamente Ana Lilia salió pero nunca regresó y Alejandra del Moral se
quedó esperándola para hablar, cosa que no ha sucedido hasta hoy.
Formalmente es hasta enero cuando se oficializa la candidatura de Alejandra
del Moral a la gubernatura mexiquense por el PRI y, por lo que se ve hasta
ahora, Ana Lilia Herrera está aprovechando estos meses que faltan para
deshojar la margarita y definir, si se queda en el PRI, cuál será el precio a
negociar por su lealtad… Dice Silvano Aureoles que no solo va a ser candidato a la Presidencia por la Alianza Va Por México, sino que, afirma, “voy a ser presidente”. Así, el
exgobernador de Michoacán, al que su sucesor, el morenista Alfredo Ramírez
Bedolla ha acusado públicamente de desviar recursos públicos por hasta 5
mmdp, pero que hasta ahora ni le ha probado nada ni lo ha acusado
penalmente, está ya en abierta campaña recorriendo el país y promoviendo su
candidatura. Todo el mundillo político juraba, hace un año cuando dejó el gobierno de
Michoacán, que en cuanto saliera de la gubernatura “a Silvano lo van a acusar y
lo van a detener”, luego del enojo que provocó en el Presidente las
acusaciones que hizo públicas en México y en Washington por la presunta
“intromisión del narcotráfico para favorecer a Morena en los comicios de 2021
en Michoacán”. Pues ya paso un año y lejos de estar en la cárcel, Silvano está
en campaña y dice, muy seguro, que “voy a ser presidente”… Los dados
mandan Serpiente Doble. Caída libre