¿Es cosa de los músculos o del corazón? ¿Tendrá qué ver la mente o se trata de una genética única o de un proceso de evolución de la raza humana que permite que seres como Eliud Kipchoge, Joshua Cheptegei o Abraham Kiptum logren romper récords y se recuperen más rápido y puedan tener un rendimiento superior al de sus competidores? ¿Hasta qué punto es biología o se debe a un entrenamiento bien planeado y ejecutado?
Nos referimos a la tendencia de los últimos años en que atletas han roto cada vez más récords mundiales y superan en velocidad y fuerza a sus antecesores en maratones, competencias y pruebas olímpicas. Es como si cada vez el ser humano fuera más fuerte y más veloz que sus antepasados. Por ejemplo, el primer récord mundial homologado por la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) fue del estadounidense John Hayes en el maratón de Londres 1908 con 2:55:18. Desde aquel tiempo y hasta el reciente récord de Kipchoge de 2:01:39, pasó más de un siglo para que la marca mundial bajara en casi 54 minutos.
Tan sólo en 2018 se rompieron tres récords mundiales: el de maratón por Kipchoge, en Berlín; el de medio maratón por el keniata Abraham Kiptum que lo logró en 58:19 en Valencia, España, y el último en sumarse fue el ugandés Joshua Cheptegei, quien el domingo pasado, con un registro de 41:04, logró el récord en los 15 kilómetros en el Zevenheuvelenloop de Nimega, en Holanda.
Hoy no hay duda de que los atletas están mejor dotados y alimentados que los que participaron en los primeros Juegos Olímpicos modernos en 1896. La mayoría de los deportistas ahora son profesionales y cuentan con tecnología avanzada aplicada al deporte, además de equipo, apoyo económico y si a todo eso se suman las condiciones climáticas idóneas como las de Berlín, por ejemplo, son factores que aceleraron el paso para romper récords.
Pero no todo es ciencia, genética o evolución del cuerpo humano; la otra causa por la que cada vez más atletas rompen límites y nuevos récords está en la mente. Los atletas y sus psicólogos desarrollan estrategias mentales para superar el cansancio y el dolor distintas, especiales y únicas. Nunca dudan de sus habilidadades, incluso cuando corren solos con sus pensamientos, en entornos duros o al límite de sus fuerzas y bajo presión. Su confianza es innata.
La pregunta al ver como caen todos los récords y se establecen nuevas y sorprendentes marcas de velocidad y resistencia es hasta dónde llegará el hombre. Hace 2,500 años el griego Filípides corrió los casi 40 kilómetros que había entre las ciudades de Maratón y Atenas, pero al llegar a su destino tras 48 horas de esfuerzo, se desplomó y murió. Hasta el récord de Kipchoge, pocos creían posible que el ser humano pudiese correr 42,195 kilómetros en dos horas o menos. Ahora ¿cuál será el límite del hombre? O más bien ¿existen límites?